La veterana intérprete falleció a los 92 años y su voz guarda toda una historia relacionada con las cuestiones nacionales y del arabismo, en especial la lucha de los pueblos de Egipto, Líbano y Siria.
Nacida en esta capital el 13 de marzo de 1931, heredó de su padre la pasión por la música, el compositor y laudista Mohieddin Salam.
Su talento fue reconocido desde el principio y ganó fama durante los conciertos escolares. Bajo la guía de Salam llegó a El Cairo en 1948 y el acercamiento a grandes artistas de la época marcó su ilustre carrera.

Junto a su esposo Mohamed Salman (1923-1997), colocó su arte al servicio de las causas justas y defendió el «gran mundo árabe» en escenarios de Egipto, Kuwait, Jordania, Argelia, Arabia Saudita, Siria y Líbano.
Catalogada por el público como una amante de Egipto, encendió corazones y gargantas durante la guerra de 1956 y la nacionalización del canal de Suez.
Uno de sus himnos más famosos, “Syria, My Love” constituyó el primer apoyo al heroísmo sirio como un reconocimiento al país que dio oportunidades a los más notables artistas libaneses. Durante la guerra de julio de 2006, realizó numerosos conciertos en Egipto, cuyas ganancias se destinaron a beneficiar a las víctimas de la agresión israelí contra su pueblo.
Najah Salam es considerada una de las primeras cantantes árabes en introducir el dialecto del Golfo como atestiguan sus melodías kuwaitíes y sauditas. En Líbano, el expresidente Elias Girawi (1991-1998) le otorgó la Medalla del Cedro y el mandatario argelino Abdelaziz Bouteflika (1999-2019) la reconoció con la distinción del Millón de Mártires.
La artista llevaba al Líbano en su corazón y en nombre de la Patria izó siempre la bandera de la soberanía y el amor a la tierra árabe.
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