Según un estudio citado por The Innovation Geoscience, este fenómeno climatológico, conocido por liberar calor masivo a la atmósfera, está a punto de cambiar los patrones de circulación atmosférica, influir en las interacciones tropicales-extratropicales e impactar los chorros subtropicales, los monzones e incluso los vórtices polares.
Los expertos alertan que esto provocará un aumento de la temperatura media global de la superficie, que engloba la terrestre y la del mar, uno de los indicadores vitales de la variabilidad climática y el calentamiento global.
El sistema de predicción por conjuntos, desarrollado por el mencionado instituto, alertó que habrá un evento de El Niño en el otoño boreal y que podría mantenerse durante todo el invierno.
Basándose en datos climáticos históricos y estudios previos, el equipo reveló el alcance y las consecuencias potenciales del calentamiento extremo esperado en esos dos años.
Sus hallazgos indican una probabilidad del 17 por ciento de que la temperatura media global de la superficie de 2023 se convierta en la más alta registrada desde 1950, y una asombrosa posibilidad del 61 por ciento de que se ubique entre las tres primeras.
En tanto, en 2024 estas probabilidades se elevarán al 56 y al 79 por ciento, respectivamente.
Durante el desarrollo de un fuerte El Niño en 2023, se espera que las anomalías cálidas afecten predominantemente al Pacífico centro-oriental tropical, el continente euroasiático y Alaska.
Mientras, al año siguiente es probable que las anomalías cálidas abarquen continentes enteros, incrementándose significativamente la posibilidad de olas de calor terrestres, sequías e incendios forestales.
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