Por Roberto F. Campos
Redacción de Economía
Se trata incluso de novedades con mucho destaque y un despliegue a nivel mundial y reconocimiento en la mayoría de los países, soluciones que pese a la presencia incluso en la actualidad, carecieron de ganancias para los creadores.
La alerta sobre esta especie de lista de la mala suerte la dio la página web de BBC Mundo en su momento, para notificar sobre contribuciones a la riqueza de otros por encima de la de los iniciadores.
DEL MOUSE O RATÓN, LÁMPARAS LED Y PAPELES ADHESIVOS
Por ejemplo, en la tecnología informática el mouse o ratón de los ordenadores constituye el artefacto más empleado en todo el planeta, sobre todo a partir de la difusión de la electrónica.
Douglas Carl Engelbart (1925-2013) se percató de la necesidad de esa herramienta pero la inventó tiempo antes del desarrollo de la computación. Esta idea le acercó a la posibilidad primigenia de que un ordenador podía operarse desde afuera.
Pero resulta que cuando el mouse estaba en la mano de todos, la patente de Engelbart había caducado, y fue por esa razón que el inventor no recibió ni un solo centavo por la iniciativa. Y téngase en cuenta que desde mediados de los años 80 del pasado siglo, se vendieron alrededor de 100 mil millones de dólares por concepto de ese invento.
El creador estadounidense, sin embargo, recibió oportunamente la Medalla Nacional de Tecnología e Innovación, el Premio Turing, el Premio Lemelson MIT y la Medalla John von Neumann. Engelbart es conocido no solo por crear el ratón, sino también por ser un pionero de la interacción humana con las computadoras, incluyendo el hipertexto y los ordenadores en red.
Otro descubrimiento que se incluye en esta lista es la lámpara LED, que surgió de la mano de otro estadounidense, Nick Holonyak Jr. (1928-2022), quien la creó en 1962 y previó incluso que en algún momento reemplazaría a la bombilla de Thomas A. Edison.
La lámpara LED (Light Emitting Diode) se transformó de luz indicadora en aparatos electrónicos a un empleo masivo por su brillo, eficiencia y poco gasto de energía, en sus múltiples formas.
Un tercer invento que no le grajeó fortuna a sus creadores fue el de los Post-It o los papelitos que se pueden adherir a cualquier superficie para anotaciones necesarias a recordar. Hoy en el mundo se comercializan miles de millones de papeles adhesivos en el año.
Esto resultó de la idea conjunta de Spencer Silver (1941-2021) -que en 1968 desarrolló una pegatina, la cual se podía despegar-, y su colega Art Fry (1931), quien añadió un señalador para dejarlo en su libro de cánticos.
Creados por casualidad, los cuadraditos de papel como recordatorio fueron presentados al mercado en 1980 y continúan entre los artículos de oficina más vendidos en el orbe.
CONTINÚA LA LISTA
La aguja de tocadiscos de zafiro fue creada por la británica Marie Louise Killick (1914-1964), pero pese a inventarla, no pudo tener la licencia y luego de años de litigio nunca logró ni un centavo por ello.
Para colmo de males, en 1958 ganó una demanda contra la empresa electrónica Pye, que quebró al año siguiente.
Por su parte, el aerodeslizador fue obra del ingeniero, también británico, Christopher Cockerell (1910-1999), quien empleó una aspiradora y latas para poner a prueba sus ideas y crear de esta forma tan interesante y útil invento.
En inglés conocido como Hovercraft, una máquina de este tipo cruzó por primera vez de Calais (Francia) a Dover (Reino Unido), en 1959.
Cockerell fue nombrado caballero, pero no logró jamás un penique por parte de la Corporación Nacional de Desarrollo de la Investigación, tras luchar por años para obtener alguna suma por la iniciativa.
En materia recreativa, el juego Tetris, tan conocido, fue obra del programador informático ruso Alekséi Pajitnov (1955), quien desarrolló el videojuego junto a sus colegas de un centro de investigaciones de su país en 1985, y por ello no recibió dinero alguno en su momento.
Tuvo que esperar una década para crear su propia empresa, nombrada The Tetris Company, y de esta forma recibir regalías por el invento.
Otros proyectos que se suman a la lista son la radio con mecanismo de cuerda del inventor británico Trevor Baylis (1937-2018), quien no recibió nada como autor pese a venderse millones de estos aparatos en el mundo.
Esto ocurrió pues la compañía con la que realizó el trato para comercializar su invento hizo algunos cambios en el diseño inicial y, por lo tanto, perdió el control sobre el producto y sus ganancias.
La máquina de karaoke del japonés Daisuke Inoue (1940) fue todo un éxito y en la actualidad lo es aún, y aunque esta persona era empresario, no ganó nada con ello.
Inoue vivía de tocar la batería en una banda que invitaba a los parroquianos del bar a tomar el micrófono y cantar. Cuando no pudo ir al lugar, puso una grabación y luego creó 11 máquinas de karaoke que alquiló, pero como no patentó el invento, jamás recibió dinero por ello.
Sobresale en la lista el famoso MP3, sistema común de transferencia de música mediante internet y otros medios, fruto de la idea de un estudiante alemán de postgrado, Karlheinz Brandenburg (1954), quien inició sus trabajos en ese proyecto en 1980.
Lo comercializó como shareware, modalidad para evaluar de manera gratuita su eficiencia, y ahí mismo perdió la oportunidad de ganar millones.
Por último, ese gran invento conocido como la red de redes global fue fruto del británico Tim Berners-Lee (1955), creador de la World Wide Web (www) para colaborar con los científicos en sus trabajos.
El propio Berners-Lee considera que el invento resultó un éxito porque lo hizo gratuito. Este creador cuenta con muchos agasajos y reconocimientos, pero nada de dinero por dicha creación.
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