Durante 75 años el sionismo (no el judaísmo) ha repartido muerte, terror, saqueo, destrucción de escuelas, viviendas, hospitales, carreteras, predios agrícolas; levantado muros, bloqueos y asesinato selectivo de los dirigentes políticos y espirituales palestinos, señaló Ciprián en la columna de Opinión del periódico Listín Diario.
Consideró que la arrogancia consentida, estimulada y apoyada por las “democracias occidentales” es la progenitora directa de una resistencia palestina empujada de múltiples formas a defender su territorio, armas en mano, ante la burla de Israel a todas las resoluciones de la ONU.
Recordó que a la creación de ese país de Medio Oriente en 1948 siguió la guerra impulsada contra los estados árabes vecinos a Palestina, la apropiación de sus tierras y la expulsión masiva de 750 mil palestinos despojados de sus casas y bienes.
Al día de hoy, puntualizó, más de cinco millones de palestinos son refugiados, pese a que la Resolución 194 de la ONU, de 1948, reconoce el “derecho de retorno e indemnización de las personas refugiadas palestinas” de aquel conflicto, al igual que a sus descendientes.
El analista indicó que con sus prácticas nazi-sionistas, el Estado de Israel convirtió a Gaza en la prisión más grande de la tierra, en “el infierno en la tierra”, según declaró el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres.
Argumentó que en Gaza superviven cerca de dos millones de personas, la mayoría niños y adolescentes, asediados por aire, mar y tierra, carentes de todo lo materialmente necesario para vivir, pero sobrados de dignidad y voluntad.
Bloqueados por todos lados desde hace 20 años, solo tienen la opción, estimó, de enfrentarse a muerte con su verdugo sionista o dejarse aniquilar sin batalla por un gendarme ideológicamente nazista que nunca ha tenido conmiseración.
Hombres y mujeres dignos, palestinos o de cualquier otro confín de la Tierra, manifestó, tienen la obligación de resistir y combatir heroicamente por la vida de sus hijos, por el respeto a sus mujeres, contra el abuso de ver tractores destruyendo escuelas, casas, el despojo de sus tierras, el asesinato de sus jóvenes y el bombardeo de sus ciudades.
En ese sentido, comentó que los palestinos expulsados y golpeados sistemáticamente por el régimen israelí, con el apoyo incondicional y el estímulo permanente de los gobernantes estadounidenses y europeos, nunca han aceptado esos atropellos.
Siempre han resistido y respondido, dijo, a las agresiones políticas, diplomáticas y militares desproporcionadas del sionismo, en la medida en que, señaló, se lo han permitido sus escasas fuerzas y sus limitados apoyos.
Manifestó que el ataque de Hamas a Israel fueron horas de estupor, muerte, angustia y dolor, pero sobre todo la caída estrepitosa de un mito construido mediáticamente de la supuesta condición de un “ejército invencible” israelí, que se desmoronó en horas por poco más de mil combatientes de infantería, sin tanques, aviones, helicópteros…
Ante esa humillación militar, como genocidas consumados, señaló, los sionistas respondieron otra vez con su vieja práctica.
Netanyahu prometió “llevar a Gaza a la edad de la piedra” y de inmediato comenzó la destrucción de toda la infraestructura civil.
El botín de guerra de su régimen, escribió en Listín Diario, no puede ser más dramático: más de 800 civiles masacrados, la mitad de ellos mujeres y niños. «Un bombardeo moderno de exterminio incontrolable y apoyado por Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania y sus vasallos».
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