Pasaron siete años desde la última reunión de este tipo entre archiveros y gestores de documentación de todo el mundo, algunos de ellos aislados por la pandemia de Covid-19, tiempo suficiente para el avance arrollador de las nuevas tecnologías.
Ian James, de FamilySearch Internacional, Estados Unidos, deslumbró al público del evento con los logros alcanzados por esa compañía en búsquedas genealógicas a partir de todas sus imágenes históricas digitalizadas, utilizando herramientas de inteligencia artificial o tecnología de aprendizaje automático.
Explicó que todo el mundo quiere saber quiénes eran sus antepasados y de dónde venían, investigación que antes dependía de personas que la hacían de manera rudimentaria y que con los años la asumieron los ordenadores, ahora de manera más rápida.
Señaló que para ayudar a encontrar familias y conformar árboles genealógicos, la empresa cuenta con una base de datos de cinco mil 500 millones de imágenes que crece a un ritmo de 500 millones cada año.
James apuntó que tal situación genera nuevos desafíos vinculados con el almacenamiento y la conservación de ese gigantesco archivo, cuyos servicios son utilizados por clientes de todo el mundo.
Recordó que FamilySearch comenzó con un programa bastante limitado, pero con los años este sistema genealógico se fue adaptando, mejorando en cuanto a sus capacidades, porque la inteligencia artificial y las tecnologías avanzan muy rápido.
Esto crea datos valiosos a gran escala, pero genera preocupaciones sobre la coherencia en la calidad de los millones de datos generados, que es necesaria para sacar conclusiones genealógicas e históricas precisas, dijo.
Esa realidad hace que se utilicen los datos tal cual se reciben para crear experiencias nuevas y atractivas donde los usuarios y voluntarios ayudan a mejorar la calidad de la información.
Tal situación obligó a la empresa a implementar el uso de nuevas técnicas de corrección que implica un bucle de crecimiento y mejoramiento de la propia inteligencia artificial.
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