Scalise desistió la víspera al no conseguir apoyo suficiente entre los miembros de su propio partido, apenas un día después que en una reunión a puerta cerrada y en un sufragio secreto obtuviera 113 votos contra 99 su colega Jim Jordan, y ganara la nominación.
El congresista de Luisiana logró apenas un voto más este jueves para detenerse en 114, mientras que el representante de Ohio mantuvo el mismo número.
Al final, un grupo de republicanos se negó a ofrecer su respaldo a uno u otro, lo cual hace pensar en las 15 rondas de votaciones que necesitó en enero McCarthy para llegar al cargo.
Scalise esperaba someter su candidatura al sufragio inmediatamente en sesión plenaria en la Cámara Baja, pero sus aspiraciones se truncaron y quedó muy lejos -y sin posibilidades- del mágico número 217 que precisaba en el hemiciclo.
De momento, el trance de la Cámara de Representantes impide aprobar la solicitada ayuda del presidente Joe Biden para Israel, su más fiel aliado en el Medio Oriente, que le declaró la guerra al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) luego de su ataque sorpresivo a gran escala a territorio israelí el pasado 7 de octubre.
Tampoco Estados Unidos puede votar la nueva partida de fondos para Ucrania, que es objeto de discusión por los congresistas desde hace unas semanas.
Al propio tiempo existe la premura de volver a la cotidianidad para concretar las negociaciones sobre el presupuesto del gobierno federal, que el 17 de noviembre se quedaría sin fondos al concluir la extensión del plazo de financiamiento, en una resolución continúa aprobada a contrarreloj el pasado 30 de septiembre.
Esta situación confirma la división existente entre los republicanos que, por ajustada mayoría, controlan la Cámara de Representantes.
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