Comprender estas relaciones abre la puerta a un nuevo mundo de oportunidades médicas para afecciones que van desde la enfermedad inflamatoria intestinal hasta infecciones, enfermedades autoinmunes y cánceres, según un artículo publicado hoy en la revista Nature Communications.
El profesor asociado Samuel Forster y su equipo del mencionado centro, de conjunto con colaboradores del Instituto de Biología de Sistemas de Estados Unidos y otros locales de la Universidad de Monash y Monash Health, pasaron años estudiando el microbioma intestinal y determinando las funciones que realizan las diversas especies.
De acuerdo con los expertos, ahora es posible mapear no sólo lo que hay allí, sino también cómo interactúan y cómo eso puede afectar a todo el cuerpo.
«Hay aproximadamente mil especies bacterianas diferentes en un intestino sano: es una comunidad multicultural microscópica con más de un billón de miembros individuales», afirmó el profesor Forster.
Las bacterias en nuestros microbiomas existen como comunidades que dependen unas de otras para producir y compartir nutrientes clave entre ellas, dijo.
Hemos desarrollado una nueva forma computacional de comprender estas dependencias y su papel en la configuración de nuestro microbioma, comunicó.
Explicó que este novedoso método desbloquea nuestra comprensión del microbioma intestinal y proporciona una base para nuevas opciones de tratamiento que remodelan selectivamente las comunidades microbianas.
Por ejemplo, en la enfermedad de Crohn, el equipo confirmó la importancia del sulfuro de hidrógeno y descubrieron que la causa más probable es la pérdida de bacterias que utilizan sulfuro de hidrógeno, no un aumento de especies que lo producen, como se creía anteriormente.
Hay billones de microbios que viven dentro y en la superficie del cuerpo humano, y en conjunto se les llama microbioma y son vitales para la salud y para combatir las enfermedades.
Desde que se reconoció por primera vez el microbioma a finales de la década de 1990, los científicos han identificado más de dos mil especies del microbioma más grande, el intestino.
La piel, la vejiga y los genitales también albergan poblaciones de microbiomas.
La composición del microbioma intestinal es exclusiva de la persona y afecta su metabolismo, tracto gastrointestinal, cerebro y sistema inmunológico.
En una persona sana, los microbios simbióticos y patógenos trabajan en equilibrio.
Los desequilibrios entre los microbios simbióticos (que benefician al individuo y a los microbios) y patógenos (que causan enfermedades), conocidos como disbiosis, alteran los microbios, lo que hace que las personas sean más susceptibles a afecciones.
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