El secretario de Estado, Antony Blinken, dijo en un comunicado que el lote adicional, valorado en 150 millones de dólares, es “de armas y equipos” para, según subrayó, “ayudar a Ucrania a tener éxito en el campo de batalla”.
Tal postura Rusia denunció que es contraria a cualquier esfuerzo por encontrar el camino de la paz.
El envío incluirá medios destinados a la defensa aérea, artillería, antitanques y otras capacidades que, a juicio de Washington, mejorarán aún más la capacidad de Kiev contra las ofensivas rusas.
Blinken, quien aclaró que el monto es parte de la ayuda previamente autorizada, reiteró que Estados Unidos y una coalición formada por más de 50 naciones “seguirán apoyando a Ucrania y continuaremos trabajando con el Congreso para ayudar a Ucrania a asegurar su futuro”.
Para algunos congresistas de Estados Unidos, la Casa Blanca debería cambiar el enfoque que da prioridad a las armas en los conflictos internacionales y en su lugar «satisfacer las necesidades humanas reales y avanzar hacia la paz», advirtió la representante demócrata de Pensilvania Summer Lee.
La legisladora recordó a la administración de Joe Biden y a sus colegas en el Capitolio que «después del 11 de septiembre (de 2001), la decisión de nuestro Gobierno federal de financiar guerras interminables costó 4,5 millones de vidas, incluidos más de siete mil militares estadounidenses, y desplazó a decenas de millones en una época de profundo dolor”.
«Estas guerras interminables cuestan a los contribuyentes estadounidenses ocho billones de dólares», continuó al recalcar que esa cantidad es suficiente para acabar con el hambre en todo el mundo.
Lo que se destina a fines bélicos podría proporcionar educación preescolar universal, licencia médica y familiar universal y erradicar la deuda estudiantil en los Estados Unidos, “si Washington hubiera tomado mejores decisiones», subrayó Lee.
Esas declaraciones siguieron a la solicitud de Biden la semana pasada de una ayuda de 105 mil millones al Congreso para, entre otros objetivos, apoyar las guerras de Israel (que ya recibe casi cuatro mil millones de dólares de Estados Unidos al año) y de Ucrania.
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