El 30 de octubre de 1983, tras el terror de la dictadura (1976-1983), volvíamos a poner nuestros votos en las urnas y nos convertíamos en protagonistas del destino de la patria, escribió el mandatario en su perfil en la red social X.
Costó muchas vidas. Tenemos el deber de garantizar la convivencia democrática respetándonos en la diversidad. Así podremos alcanzar la justicia social que aún nos debemos, añadió.
Asimismo, destacó que dentro de tres semanas los ciudadanos decidirán quién conducirá el futuro de esta nación al referirse al balotaje del 19 de noviembre entre el candidato por Unión por la Patria, Sergio Massa, y el de La Libertad Avanza, Javier Milei.
Por su parte, la presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, resaltó la importancia de continuar la lucha por la memoria, la verdad y la justicia, así como la búsqueda de los nietos apropiados durante el régimen militar.
Además, alertó sobre el riesgo que representa Milei, quien, en su opinión, «no tiene ninguna condición para ser presidente. Es un engaño, una farsa, de una maldad suprema, con mucho odio».
El 30 de octubre de 1983, Raúl Alfonsín (1927-2009) fue electo jefe de Estado tras siete años de una dictadura que perpetró crímenes de lesa humanidad, desapareció a alrededor de 30 mil personas y separó a cientos de niños de sus familias.
Bajo su mandato, fue creada la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas y en 1985 comenzó el proceso contra los represores Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera, Orlando Ramón Agosti, Roberto Eduardo Viola, Armando Lambruschini, Omar Domingo Rubens, Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo.
La sentencia de cinco de los nueve procesados fue considerado un hecho histórico y contra la impunidad del terrorismo de Estado.
La victoria de Alfonsín en las urnas ocurrió gracias a la movilización popular y marcó un antes y un después en la historia argentina.
Recientemente, las Abuelas enviaron una carta a la empresa Google para denunciar «la preponderancia de contenido que niega o minimiza el régimen y los delitos cometidos».
«Es preocupante ver cómo estas falsedades y distorsiones se difunden a través de plataformas como YouTube, perpetuando una narrativa que contradice abiertamente la realidad y el sufrimiento que vivimos como sociedad», indica el texto.
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