Desde mediados de octubre pasado, la temperatura de la superficie del mar y otros indicadores atmosféricos y oceánicos, observados en la zona centroriental del Pacífico tropical, presentan valores congruentes con la fase cálida del fenómeno El Niño‑Oscilación del Sur (ENOS).
En los meses de julio y agosto, esos parámetros se intensificaron rápidamente y alcanzaron magnitudes moderadas en septiembre de 2023 y es probable que en su apogeo, previsto para el período entre noviembre y enero de 2024, este episodio sea intenso.
La probabilidad de que persista este episodio durante el próximo invierno del hemisferio norte —y el verano del hemisferio sur— es del 90 por ciento, señalaron los estudiosos de la OMM, organismo autorizado del sistema de las Naciones Unidas, portavoz sobre el tiempo, el clima y el agua.
De acuerdo con el boletín de la OMM El Niño/La Niña Hoy, que combina predicciones y evaluaciones de expertos de todo el mundo, explica que, partiendo de los patrones observados en episodios anteriores y de los actuales pronósticos a largo plazo, se prevé que El Niño pierda fuerza gradualmente durante la próxima primavera del hemisferio norte.
Este fenómeno climático se produce con una frecuencia media de entre dos y siete años y su duración suele ser de entre nueve y 12 meses.
Su origen natural está asociado al calentamiento de la superficie oceánica de las zonas central y oriental del Pacífico tropical, pero ahora se produce en el contexto de un clima alterado por la actividad humana.
Como consecuencia de las temperaturas sin precedentes, registradas en la superficie terrestre y marina desde junio, el 2023 va camino a convertirse en el más cálido del que se tiene constancia, y el año que viene puede ser aún más caliente.
Las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero, fruto de la actividad humana que capturan el calor en la atmósfera, contribuyen de forma clara e inequívoca a ese aumento de las temperaturas, declaró el secretario general de la OMM, profesor Petteri Taalas.
Fenómenos extremos como olas de calor, sequías, incendios forestales, lluvias intensas, inundaciones y crecidas de ríos se intensificarán en algunas regiones.
Hasta la fecha, el año más cálido jamás registrado es 2016, a causa del impacto combinado del cambio climático y un episodio de El Niño, excepcionalmente intenso.
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