Se trata del equidna de pico largo de Attenborough, una especie en peligro crítico de extinción nombrada así en honor al naturalista británico David Attenborough.
De nombre científico Zaglossus attenboroughi, esta criatura peculiar combina características dispares como un hocico parecido al de un oso hormiguero, espinas alrededor de la piel, similares a las del erizo y extremidades comparables a las de un topo.
Estos animales con púas, pelaje y pico son calificados como fósiles vivientes y su redescubrimiento ocurrió durante la última jornada de una expedición de cuatro semanas, cuando las cámaras de rastreo capturaron por algunos segundos al equidna entre la maleza del bosque.
Este miembro de los monotremas, un grupo de mamíferos que ponen huevos que se separaron del resto del árbol de la vida mamífera hace unos 200 millones de años, solo fue registrado científicamente una vez en 1961.
Los integrantes del grupo dirigido por el biólogo James Kempton trabajaron en colaboración con la aldea local Yongsu Sapari para explorar el remoto terreno del noreste de Papúa, donde la criatura está arraigada en la cultura local.
Según la tradición, los conflictos se resuelven enviando al bosque a las partes en desacuerdo en busca del equidna, simbolizando el final del problema y el retorno a relaciones armoniosas.
El equidna de pico largo de Attenborough podría convertirse en un símbolo de esperanza para la conservación de criaturas como el ornitorrinco, los únicos mamíferos que desovan.
Los estudiosos también revelaron nuevas especies de insectos y ranas, poblaciones saludables de canguros arbóreos y aves del paraíso, todo lo cual subraya la importancia de la exploración y conservación de los ecosistemas.
oda/abm