En declaraciones a la prensa, la experta reconoció como detonantes del actual contexto la respuesta a los asesinatos de George Floyd y Breonna Taylor, el impacto dispar de la Covid-19 y las protestas a gran escala de 2020.
Esto confirmó las realidades del racismo sistémico persistente, más en la conciencia estadounidense dominante, enfatizó desde la sede de la Organización de naciones Unidas (ONU).
La relatora independiente instó a las autoridades a abordar el odio generalizado y mantener el rumbo para eliminar ese flagelo.
Tras una visita de 14 días a Estados Unidos, Ashwini K.P. dijo estar consternada por las manifestaciones multifacéticas de racismo sistémico que presenció en cada estado que visitó.
Existen diversas iniciativas con impacto positivo, pero sigo profundamente preocupada por la persistencia y omnipresencia de estas problemáticas, recalcó.
«En un momento tan crítico, es vital que el Gobierno de Estados Unidos, incluidas las autoridades federales y estatales, aborden urgentemente el odio generalizado y mantengan el rumbo para eliminar el racismo sistémico y la discriminación”, convocó la experta.
La relatora describió testimonios que detallan múltiples manifestaciones como la privación del derecho al voto, la falta de vivienda o el racismo ambiental.
Otros grupos marginados denunciaron sistemas alimentarios racialmente discriminatorios, atención sanitaria y resultados de salud desiguales, así como sistemas dispares de gobernanza migratoria.
“Observé con profunda preocupación un clima caracterizado por una profunda polarización política, incertidumbre económica, extrema desigualdad de ingresos y riqueza y graves daños al tejido de la sociedad estadounidense», dijo.
En ese sentido, advirtió de la creación de «un terreno fértil para el odio», incluidos los estereotipos y el uso de chivos expiatorios contra grupos como latinos, inmigrantes, asiáticos, comunidades judías, afroamericanos, musulmanes y árabes.
La ruta para revertir este contexto requerirá una inversión significativamente mayor, una mejora generalizada en la participación política, pública y cívica de aquellos que pertenecen a grupos racialmente marginados, agregó la relatora.
«Los esfuerzos contra el racismo deben basarse de manera más efectiva en abordar la supremacía blanca, los desequilibrios de poder subyacentes y los factores históricos», insistió.
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