Aunque esta es una práctica común en uno u otro sentido, hasta ahora se realiza bajo la Convención de Montevideo sobre Extradición, adoptada en 1933.
En la sede de la cancillería chilena, Van Klaveren dijo que la rúbrica es un testimonio del compromiso y la colaboración mutua y también del excelente estado de la cooperación jurídica.
Refleja, agregó, el anhelo común de combatir juntos las diversas formas de criminalidad y agilizar los procesos en beneficio de ambas naciones.
Con el tratado, que todavía deberá ser aprobado por los Congresos de Chile y Argentina, se abre la posibilidad de llevar a cabo procedimientos abreviados y la transmisión directa de peticiones entre las autoridades designadas por los dos Estados.
La firma del documento fue la última actividad oficial del embajador Bielsa en este país, porque en los próximos días culmina su misión y deberá retornar a Argentina.
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