Las alarmas suenan en esta puja constante frente a la desidia, el abuso, el egoísmo y la insensibilidad de algunos —casi siempre los más grandes, los más ricos, los más poderosos—, en momentos cuando debe prevalecer la bondad, la equidad, la solidaridad, la justicia.
Hoy ganarle la pelea al mal debe ser cuestión de principios, razón de ser de Montescos y Capuletos, principio que se imponga más allá de las diferencias, porque el futuro de la humanidad depende de unos y otros, queramos o no.
En su recuento sobre la situación mundial, durante la Cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de septiembre pasado en Nueva York, sede de Naciones Unidas, el secretario general de la ONU, António Guterres, volvió a llamar la atención sobre la actual crisis global y el aumento de las desigualdades entre las naciones.
Es triste, de lo pactado en 2015, la situación actual permite proyectar que únicamente el 15 por ciento llegará a buen término, en tanto que en algunas de las metas propuestas se van revirtiendo los avances antes conseguidos, refirió.
En la declaración política aprobada, los líderes mundiales reconocieron que los ODS no se alcanzarán sin un impulso masivo a la inversión, necesaria para lograr transiciones energéticas, alimentarias y digitales justas y equitativas, y para transformar la educación y la protección social en los países menos desarrollado.
Con nuevos bríos, el documento intenta renovar el compromiso con la acción inmediata y colectiva para construir un mundo sostenible, inclusivo, próspero y resiliente en el que nadie quede atrás para 2030, lema que como karma antepone la agenda global desde 2015, pero que no parece cumplirse.
Que nadie quede atrás no significa solamente la contribución para el desarrollo solicitada a los ricos, sean personas o países, de 500 mil millones de dólares anuales.
La emergencia es más preocupante cuando Israel extermina a la población palestina frente a los televisores del mundo, sin que se tome una acción conjunta para poner fin a tal genocidio.
El Ministerio de Salud de Gaza informó que el número de víctimas fatales por la guerra asciende ya a 18 mil 205, y 49 mil 645 los heridos, desde el pasado 7 de octubre, cuando comenzó la última escalada militar.
Aun así, esta cifra es en realidad mucho mayor, -se dijo- debido a la cantidad de cuerpos que permanecen bajo los escombros.
La fuente agregó que la situación sanitaria en los hospitales del sur de Gaza es catastrófica y no hay medios para enfrentar el enorme número de heridos con una falta total de capacidades terapéuticas y clínicas.
Ayer, el Ministerio de Sanidad gazatí denunció que efectivos israelíes asaltaron el hospital Kamal Aduan, en el norte del enclave palestino y realizó un llamado a la ONU, a tomar medidas para proteger a quienes se encuentran en su interior.
Es evidente que Israel y Estados Unidos están cada vez más aislados ante la presión internacional para un alto el fuego en Gaza, incluyendo una votación no vinculante que se espera que salga adelante en Naciones Unidas este martes.
En su discurso en la Cumbre de los ODS, Guterres aclaró que esos Objetivos de Desarrollo Sostenible no solo son metas. “Representan las esperanzas, los sueños, los derechos y las expectativas de la gente en todas partes”, significó.
La Humanidad requiere ser más humana, menos egoísta, y junto a la lucha contra la pobreza y el hambre, entre tantos males que nos aquejan, tampoco puede dejar atrás la sobreviviencia del pueblo palestino.
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