“Desayunar tarde aumenta un seis por ciento el riesgo cardiovascular y cenar tarde un 28 por ciento”, subraya un artículo publicado en Nature Communications.
Una persona que come por primera vez a las nueve de la mañana tiene un seis por ciento más de probabilidades de desarrollar una enfermedad cardiovascular que otra que lo hace a las ocho.
En cuanto a la última comida del día, comer después de las nueve de la noche se asocia a un aumento del 28 por ciento del riesgo de padecer enfermedades cerebrovasculares, como el ictus, en comparación con comer antes de las ocho de la noche, sobre todo en el sexo femenino.
Los científicos defendieron la tesis que un ayuno nocturno de mayor duración se asocia a un menor riesgo de enfermedades cerebrovasculares como el ictus.
Este resultado sugiere la importancia del horario y el ritmo de las comidas diarias, y los especialistas refuerzan a idea de realizar la primera y la última comida del día lo más temprano posible.
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