La rúbrica del protocolo, a la que asistieron el presidente keniano, William Ruto, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, demoró años y adquirió impulso desde el renovado interés europeo en África parte de su intención de disputar a Rusia y China los lugares privilegiados que poseen en el área.
A partir de la entrada en vigor del texto, que debe lograr aprobación parlamentaria de ambas partes, el país africano tendrá exención de impuestos y acceso libre de cuotas a los mercados de la UE; los bienes europeos conseguirán una reducción progresiva de tarifas.
Sin embargo, una de las principales desigualdades en el comercio bilateral permanecerán incambiadas, entre ellas la condición africana de proveedor de materias primas y comprador de productos terminados con alto valor agregado.
Otro de los objetivos obvios del acuerdo es el programa de la Franja y la Ruta de China, cuyas proyecciones son a más largo plazo, en particular la construcción de obras de infraestructura en todo el continente.
Entre los países beneficiarios de la ofensiva china está la propia Kenya con la construcción de la línea ferroviaria entre esta capital y Mombabsa, el principal puerto del país, a un costo de cinco mil millones de dólares.
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