En su cuenta en la red social X, el ministro de Relaciones Exteriores de la nación caribeña rechazó que vuelvan a aflorar tales imputaciones, las que, dijo, son una “total falacia” de parte de un gobierno que habitualmente se entromete en los asuntos políticos de muchos países. “Vuelve a aflorar calumnia de EEUU contra #Cuba. Esta vez con acusación, sin fundamento o evidencia, de que interferimos en los procesos electorales de ese país”, subrayó Rodríguez en la plataforma de microblogueo.
“El gobierno de ese país persiste en difamar. Trata de justificar su criminal política de agresión económica. Rechazamos la ilegal práctica estadounidense de entrometerse en los asuntos internos de otros”, expresó por su parte el vicecanciller Carlos Fernández de Cossío en la misma red social.
Sin embargo, contrario a lo que intentan atribuirle a Cuba existe un amplio y documentado historial de las interferencias de Estados Unidos en procesos electorales de otros países, en particular cuando candidatos y gobiernos se salen de los estándares que exige Washington.
Solo en América Latina y el Caribe la lista sería interminable: el derrocamiento de Jacobo Árbenz en Guatemala (1954), la organización de la invasión mercenaria contra Cuba (1961), el golpe militar fascista en Chile (1973) y la invasión a Granada (1983), son algunos ejemplos que han antecedido en el tiempo a Manuel Zelaya en Honduras; Fernando Lugo en Paraguay y Dilma Rousseff en Brasil.
También Estados Unidos sembró y sostuvo varios dictadores en la propia Cuba prerrevolucionaria; en República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961), y Francois Duvalier (1957-1971), en Haití.
Resulta interesante -y ya fuera de los ámbitos de la región- que en 1947, Estados Unidos obligó al gobierno italiano a excluir a todos los comunistas y socialistas que integraban el primer gabinete de la posguerra a cambio de la ayuda económica para reconstruir a la destruida Europa por la II Guerra Mundial.
Pero con toda naturalidad, el 8 de mayo de 2018, James Robert Clapper Jr, exjefe de la Agencia de Seguridad Nacional admitió y justificó la injerencia electoral de Washington en al menos 80 países, cifra que mencionan algunos estudiosos.
“Cuando intentamos manipular o influir en las elecciones de otras naciones, o incluso cuando hemos querido derrocar sus gobiernos, lo hemos hecho pensando en los mejores intereses de la gente de esos países”, dijo Clapper Jr. ante un comité judicial.
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