A principios del pasado mes de marzo, representantes de la Finma celebraron la rápida absorción de Credit Suisse por el banco UBS, para evitar el colapso con probables repercusiones adversas en el sistema financiero mundial.
Las críticas esbozadas este martes por la institución apuntaron a la falta de planes de emergencia adecuados y la incoherencia de las estrategias del Credit Suisse para mitigar los riesgos.
De tal forma, Finma abogó por la introducción de un Régimen de Altos Directivos que responsabilice a los principales ejecutivos por su papel en la gestión de riesgos, así como por el establecimiento de normas de gobierno corporativo más estrictas.
También defendió la posibilidad de imponer multas considerables a las entidades incumplidoras de normativas reguladoras.
En un informe sobre la crisis de Credit Suisse, el organismo consideró que las medidas adoptadas para impedir la bancarrota «lograron sus objetivos», aunque denotaron los límites jurídicos del sistema nacional de supervisión bancaria.
Fundado en 1856, el Credit Suisse fue desde entonces uno de los pilares del sector en el país, pese a los impactos de la crisis financiera internacional de 2008, cuya explosión comenzó por Estados Unidos.
En teoría, el Credit Suisse era un banco demasiado grande como para caer y los reguladores financieros suizos eran capaces de mantener una estricta vigilancia para evitar el desastre en cualquiera de los colosos.
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