El 20 de noviembre, Día de la Conciencia Negra, se recuerda en todo el país la muerte en 1665 de Zumbi de los Palmares, un esclavo que se convirtió en líder del quilombo (comunidad afrobrasileña) de los Palmares al lado de su compañera Dandara.
«Fueron los hombres y mujeres negros quienes, durante décadas de lucha, denunciaron la democracia racial y ofrecieron al país una propuesta de nación verdaderamente democrática», señaló en una ocasión la historiadora Luciana Brito.
Tal fecha era considerada feriado en seis estados brasileños y cerca de 1,2 mil ciudades.
Las divisiones que consideraban la data como asueto son Amazonas, Amapá, Mato Grosso, Río de Janeiro y Sao Paulo. A partir de 2024 deberá ser observado en todo el territorio nacional. En el Distrito Federal, el día resulta punto facultativo (da a los empleados la opción de elegir si desean trabajar o tomarse el día libre) en algunas áreas de la administración pública.
Con la sanción presidencial, ese marco pasa a integrar el calendario nacional, consolidando un importante guiño público en pro de la valorización de la historia y de las raíces culturales de la población brasileña.
Desde 2003, las escuelas se vieron obligadas a incluir la enseñanza de historia y cultura afrobrasileña en el currículo.
En 2011, la entonces presidente Dilma Rousseff (2011-2016) oficializó el 20 de noviembre como Día Nacional de Zumbi y de la Conciencia Negra.
Según coordinadores, en esa jornada, además de evocarse en casi todas las ciudades la saga liberadora de Zumbi de los Palmares, se denuncia el genocidio de miles de jóvenes negros en las periferias y se recalca en la necesidad de combate político contra el racismo estructural.
Estadísticas oficiales revelan que los negros en el país (54 por ciento de una población cercana a 215 millones de habitantes) son minorías en las profesiones, educación superior, remuneraciones salariales, entre otros aspectos de la vida.
Sin embargo, son mayoría en las cárceles, en el desempleo, la pobreza y en el porcentaje de víctimas de homicidio.
Además, la matanza de negros a manos de la policía en las favelas del gigante sudamericano, y más claramente en Río de Janeiro, está entretejida en las comunidades como la samba o el fútbol.
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