Hasta ahora, el Supremo Tribunal Federal (STF) penó a 30 ejecutores de los ataques perpetrados contra las sedes de los Tres Poderes, en Brasilia.
En esa fecha, adeptos extremistas del exmandatario Jair Bolsonaro bajo gritos de intervención militar y rechazo a la asunción de Lula al poder, invadieron y saquearon los edificios del Congreso Nacional, el STF y el Palacio del Planalto, sede del Poder Ejecutivo.
Además de la abolición violenta del Estado Democrático de Derecho, los sancionados responden por los delitos de asociación criminal armada, golpe de Estado, daño calificado y deterioro de patrimonio declarado. Prevista en la Constitución, tal absolución resultó la primera navideña del tercer mandato de Lula y está destinada a aquellos que cumplen con los requisitos especificados en un decreto presidencial.
Si se favorece con el perdón, el preso tiene el castigo extinguido y puede dejar la cárcel.
Entre los beneficiados, figuran condenados por delitos cometidos sin violencia o grave amenaza, mujeres inculpadas a correctivos no superiores a ocho años y que tengan enfermedad crónica o sean portadoras de discapacidad, presos en edad avanzada o con dolencias terminales.
El texto no contempla a los condenados por graves crímenes por violencia contra la mujer, el medio ambiente y el Estado Democrático de Derecho, como es el caso de los condenados por los episodios antidemocráticos del 8 de enero.
Los jefes de facciones criminales también están excluidos del perdón de Navidad.
El indulto no tiene efecto automático. Después de la publicación, es necesario que abogados y defensores públicos de cada detenido con derecho a la conmutación accionen la Justicia.
La víspera, Lula celebró una Navidad anticipada con miles de recolectores de materiales reciclables y renovó su compromiso con «la recuperación de la dignidad del pueblo más pobre».
Junto a varios de sus ministros, el exsindicalista visitó una feria de cooperativas de reciclaje en Brasilia, donde se juntan unas tres mil personas dedicadas a la recolección de residuos y que, en su mayoría, se encuentran en situación de calle.
«Destruir es mucho más fácil y rápido que construir y recuperar», afirmó Lula ante los presentes.
Señaló que la reconstrucción de Brasil pasa por dotar de dignidad a los más pobres.
Prometió que en los tres años que le quedan en el poder serán creadas «las condiciones necesarias para que dejen de ser invisibles y tengan orgullo de su trabajo».
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