Investigadores de la empresa Genial y la consultora Quaest encontraron que un 21 por ciento de los brasileños enfrenta pavor por posibles altercados sobre política en la familia, especialmente el tema presidente Luiz Inácio Lula da Silva versus exmandatario Jair Bolsonaro.
Las broncas pueden obstaculizar las festividades, incluso un año después de las elecciones ganadas de manera cerrada por Lula.
Entre los entrevistados, un 10 por ciento opina que las disconformidades políticas fueron importantes para que algunos decidieran no encontrarse con familiares en los festejos de Fin de Año.
De igual manera, un seis por ciento señala conocer a algún pariente que no va a las reuniones de Navidad por cuestiones o peleas políticas.
Los estudiosos constataron además que el miedo a las reyertas familiares es mayor entre los más jóvenes.
Entre los que tienen de 16 a 34 años, un 23 por ciento teme que los encuentros terminen en disputa, contra un 20 de quienes tienen entre 35 y 59 años, y un 18 entre los mayores.
La Navidad es una fecha muy conmemorada por el pueblo brasileño. En el país prevalece el hábito de las personas de regalar a allegados y amigos.
Incluso los compañeros de trabajo suelen celebrar la Navidad. En las empresas, los trabajadores organizan una fiesta llamada Amigo Secreto, en que hay intercambio de presentes y los niños suelen esperar a Papá Noel, personaje legendario originario de la cultura cristiana occidental.
Este gordito simpático, también apodado Santa Claus, se cree que trae regalos a los pequeños durante la noche en víspera de Navidad y para eso escriben cartas pidiendo obsequios.
La conmemoración navideña es una de las épocas en que el comercio más efectúa ventas en el gigante sudamericano, donde los supermercados suelen lucrar con la fecha, pues el pueblo tiene la tradición de organizar cenas con comidas típicas.
Cada región del país tiene un modo diferente de conmemorar el nacimiento de Jesucristo, figura central del Cristianismo.
El día de Navidad, 25 de diciembre, fue estipulado por la Iglesia católica en el año 350 a través del papa Julio I, siendo más tarde oficializado como feriado.
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