En entrevista exclusiva con Prensa Latina en el contexto del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano que acogió el pasado diciembre a una pléyade de figuras del gremio-, López se dio gusto trabajando con Del Toro y explicó cómo es ser dirigido por él.
La película «El Espinazo del diablo», del género de terror dramático gótico (2001) fue la percursora de «El Laberinto del fauno» (2006) y en ambas el director puso en práctica su interés por lo fantástico que desde pequeño lo acompaña.
López interpretó en esta última a un villano, fascista y despiadado capitán del Ejército español durante el franquismo (Vidal).
Sin embargo, más allá de la convincente interpretación, su mayor logro fue estar al lado de Del Toro, con quien aprendió cómo obtener cada milímetro de una escena para, más tarde, saborear el éxito del producto.
Con Guillerno está muy bien trabajar, pero es muy duro en sus rodajes; es de los pocos directores, artistas o seres humanos de quien se puede decir que es un genio, relató López.
He tenido el honor de trabajar con directores muy distintos, te hacen una escena en la que caminas por determinado lugar, te ponen la cámara por donde paseas muy natural y te dicen: vale, así está bien, narró a este medio el actor español.
Pero con Guillerno del Toro (La forma del agua-Oscar a Mejor filme/2017) todo es muy bien medido y supermilimetrado, agregó.
Con una notable carrera cinematográfica en el escenario francés, el actor catalán contó que el realizador, guionista y productor mexicano tiene un talento innato, es como un Midas.
Él llega, se sienta, o se gira a un lado y al otro, después de pone de pie y te dice: silencio por favor, y eso sucede porque tiene la película muy clara en su mente desde el principio hasta el final, y piensas: este tío lo tiene todo muy bien fabricado, narró.
Con Guillerno no existe eso de las casualidades, agregó López; es muy preciso, detallista.
Al contar su experiencia en «El laberinto del fauno» recordó que, pese a ser tan recto en sus filmaciones, formó muy buen equipo con Del Toro, «solo es hacer las cosas bien», añadió.
Rememoró, de igual forma, que esa disciplina en el trabajo no la practica mucha gente, incluso, entre los grandes del cine pocos tendrían ese perfeccionismo, según comentó.
Al referirse a esa meticulosidad en Del Toro, habló del color, del encuadre, que si es un milímetro más para abajo o para el lado, hasta por donde se debe caminar y sin cruzarse.
Diría yo exagerado, y continuó narrando otras de las precisiones del también director de «Pinocchio»(Oscar de Animación/2022).
«No, aquí no»; o, si bajas o subes mucho: «tanto no»; si levantas una copa: «no hasta aquí no, hasta allí, porque el reflejo o la sombra». Es un verdadero maestro y cuando ves la película terminada dices ¡wao! y te das cuenta de que es una obra casi perfecta, brutal y alucinante, evocó el actor español.
Un fauno y otros monstruos de cómics persiguieron a Guillermo del Toro desde muy pequeño y esas fantasías las llevó más tarde al cine, luego de tener un «sueño lúcido».
El término se caracteriza por la conciencia de la persona de tener un sueño. Se puede dar espontáneamente o ser inducido mediante prácticas y ejercicios.
López se refirió a algunas anécdotas narradas por Del Toro en la filmación de «El laberinto del fauno», por ejemplo, que él (Guillermo) hacía cuentos de cómo fabulaba cuando era niño y en sus sueños veía al fauno y a otros monstruos pasear por su habitación, reseñó.
Hasta hablaba acerca de un trato que le ofreció a ese ser mitológico, relató sobre Del Toro; nos contaba durante los días de rodaje cómo pensaba hacerse amigo de esos personajes y, al parecer, así lo hizo, describió el actor a Prensa Latina.
Guillermo dedicó toda su carrera a presentar a sus nuevos inquilinos bajo una versión más amable en su filmografía, mientras, niños y adultos se lo agradecen, puntualizó López al concluir su prolija caracterización de quien un día lo dirigió en el cine.
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