Los centros culturales, que fueron considerados oasis intelectuales y artísticos en el corazón de los barrios, enfrentan una amenaza creciente de desaparecer gradualmente.
Esta tendencia preocupa a los promotores y especialistas por el impacto en la diversidad, la educación y el tejido social.
La desaparición de los centros culturales significa la pérdida de espacios dedicados a la expresión artística, la preservación del patrimonio, y lo más lamentable, es que esto ocurre luego que sirvieron de puentes entre generaciones, fomentando el diálogo intercultural y creando un crisol de ideas y experiencias.
En ellos se ofrecían clases, talleres y conferencias para todas las edades, y eran lugares de encuentro donde los miembros de la comunidad podían compartir vivencias y construir nuevas relaciones.
Una vez que desaparezcan surgirán lagunas en la sociedad, que contribuirán al aislamiento y a la pérdida del sentido de pertenencia.
Los centros culturales sufren la falta de financiación y la competencia con el entretenimiento en línea a través de Internet.
La decadencia de estos privará a las comunidades de su propia historia, creando un vacío cultural difícil de llenar, asegura el diario Le National.
Estos son incubadoras de artistas locales ya que proporcionan espacios para exhibir su trabajo, organizar actuaciones e interactuar con el público.
Revertir esta tendencia para no perder a los talentos emergentes es vital, de ahí, que sea imperativo reconocer el valor intrínseco de los centros culturales e invertir en su preservación, sugiere el versión digital del rotativo.
La desaparición total de estos recintos contribuirá a la fragmentación social, dando paso a espacios anónimos y desprovistos del calor humano propio de estas instituciones comunitarias.
mem/joe