En un informe en el que describe la persistencia de la violencia y la inseguridad en Puerto Príncipe, la ONU reseñó que esa situación afecta cada vez más a la frontera con la República Dominicana, que «devolvió por la fuerza» a esas personas, de ellas 65 por ciento hombres, 22 por ciento mujeres, siete por ciento niños y seis por ciento niñas.
El documento, presentado por el secretario general de la ONU, Antonio Guterrez, también hace referencia a la experiencia de trabajo de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití.
Menciona que los homicidios aumentaron allí en 119 por ciento el año pasado, entre ellos 141 niños fueron asesinados, en tanto la cifra de secuestros se elevó a dos mil 490, para un aumento de un 83 por ciento respecto a 2022.
En medio de este escenario, Guterrez solicitó a los países miembros de la ONU a que aumenten su apoyo «a las respuestas humanitarias y de desarrollo en Haití para proteger a los más vulnerables».
Precisamente uno de los sucesos de mayor trascendencia para la vida interna de República Dominicana en 2023 – y que se mantiene hoy- es el litigio con Haití, con la que comparte el territorio de la isla La Española.
En una escalada de disposiciones, el presidente dominicano, Luis Abinader, dispuso en septiembre pasado el cierre de la frontera marítima, terrestre y aérea, y la suspensión de visado a ciudadanos haitianos, con lo que se agravó la situación de miles de ellos y de criollos que participan en el comercio binacional.
El conflicto se avivó cuando el Gobierno reclamó la detención de la construcción por civiles haitianos de un canal de riego en el río fronterizo Dajabón por considerarlo ilegal, y, ante la negativa de Puerto Príncipe, cerró las fronteras.
La medida tuvo lugar en momentos en que Haití vive una crisis generalizada, con sus comunidades en manos de bandas mafiosas vinculadas al narcotráfico, miseria absoluta y otros males que se acrecentaron con el cierre del tráfico peatonal y comercial.
Abinader ha dicho más de una vez que la grave situación en Haití traspasa los propios límites de esa nación, y afecta de forma directa los intereses y legítimos derechos de Santo Domingo.
Por otra parte, asegura que ninguno de los dos pueblos quieren la confrontación, que «no hay solución dominicana para el problema de Haití» y que «A nosotros no se nos puede pedir más de lo que hacemos».
Si bien las relaciones diplomáticas bilaterales se mantienen en cordialidad, el año concluyó con tensiones en la frontera, que persisten.
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