En el sencillo, pero emotivo acto en la capitalina avenida Las Américas, el embajador del país antillano en este territorio, Nazario Fernández, remarcó que la obra y el legado del Apóstol están vigentes en nuestros días.
Consideró importante que en este momento la representación reunida aquí rinda tributo a un hombre que no solo pertenece a Cuba, sino a América Latina y al mundo.
Ante el monumento al pensador cubano en el centro urbano, destacó la necesidad de reflexionar sobre ese legado, para poder seguir nuestra marcha hacia un mundo mejor, subrayó el representante diplomático de Cuba.
Reconoció también la presencia del equipo de la cátedra José Martí de la Universidad San Carlos de Guatemala, que le dedica –enfatizó- un gran tiempo y esfuerzo al aprendizaje para que se conozca la obra del héroe.
“Todos tenemos que ser multiplicadores de ese pensamiento lleno de valores humanos y solidarios, que es lo que más necesita el mundo actual”, aseveró el embajador.
Después que niños depositaron flores ante la estatua de Martí, el cónsul de Cuba en Guatemala, Yamil Morales, recordó que durante la etapa del joven revolucionario acá su pensamiento adquirió una dimensión continental.
En la tierra del quetzal el Apóstol experimentó lo que el intelectual cubano Roberto Fernández Retamar calificó de “la revelación de Nuestra América”, síntesis entre independencia, identidad y unidad latinoamericana, acotó.
“Continuar la obra martiana, es un deber de todos los que estamos comprometidos con un mundo más equilibrado y justo”, aseveró Morales.
Planteó que defender y preservar los ideales latinoamericanistas, antimperialistas y humanistas de Martí, es legarles a nuestros hijos e hijas una sociedad con mayores oportunidades de desarrollo y libertades plenas.
Niños y niñas de ambas naciones declamaron versos del poeta nacido un día como hoy hace 171 años, mientras los participantes reafirmaron el compromiso con la obra y pensamiento del Apóstol de la Independencia de Cuba.
Martí arribó a Guatemala a finales de marzo de 1877, con solo 24 años, y salió en julio de 1878, 15 meses intensos en los cuales detalló la belleza de un volcán, cautivó con sus discursos e intercambió cartas con sus amigos.
En esta capital fungió como docente en la Escuela Normal para Varones, y por si fuera poco, su hijo José Francisco comenzó a crecer en el vientre de Carmen Zayas Bazán.
Esta urbe llamó una calle Martí, diferentes centros educativos en el país llevan su nombre, así como hay bustos erigidos para honrar a esa personalidad de las letras y la política latinoamericana.
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