El índice poblacional del padecimiento es de 48 casos por 100 mil habitantes, pero en las prisiones supera los tres mil casos por igual suma de presos, añade el estudio “Exceso de riesgo de tuberculosis durante y después del encarcelamiento: un estudio de cohorte retrospectivo”.
La pesquisa, publicada en la revista científica The Lancent Regional Health Americas, “marca una gran brecha con desventaja en las situaciones de encierro”, concluyeron sus autores.
El estudio comprendió las cinco grandes penitenciarías del país, que concentran al 30 por ciento de la población carcelaria nacional: Tacumbú, Emboscada, Ciudad del Este, Padre Juan Antonio de la Vega y Esperanza.
La indagación científico-médica evidenció que la tasa de desarrollo de la tuberculosis aumenta considerablemente después de cada año vivido en prisión.
El acto de liberación de las personas encarceladas hace que disminuya la incidencia del padecimiento, pero después de unos ocho años –indica el seguimiento practicado en ese grupo- sus tasas de tuberculosis son 10 veces más altas que las comunitarias.
Según el estudio, los condenados por delitos contra la propiedad, principalmente por hurto y robo, tuvieron mayor riesgo de contraer esa afección, en comparación con las imputadas por tráfico de drogas o delitos contra otras personas.
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