Existe una relación directa entre la temperatura de la atmósfera y la cantidad de agua que puede contener, señaló Judah Cohen, director de pronóstico estacional en Verisk Atmospheric and Environmental Research.
«Es como una esponja. Si la atmósfera es muy cálida, podría contener mucha humedad», dijo.
A partir del viernes pasado, la esponja quedó exprimida cuando un sistema de baja presión estancado frente a la costa de Nueva Escocia, lo cual arrojó hasta 150 centímetros de nieve en partes de Cabo Bretón y provocó estados de emergencia locales y un llamado de la provincia para pedir ayuda federal para excavar.
Hace unos 20 o 30 años, expresó Cohen, el consenso en la comunidad científica era que un mundo más cálido daría como resultado menos nieve. Pero ahora se cree que el cambio climático podría provocar nieve y lluvias más intensas, afirmó.
Por su parte, John Clague, profesor de geociencias, manifestó que las temperaturas del océano en el Atlántico Norte han aumentado en los últimos años, permitiendo que las masas de aire templado a lo largo de la costa este de Canadá contengan más vapor de agua.
Cuando este aire cálido cargado de humedad entra en contacto con el aire ártico, caen cantidades «locas» de nieve, indicó.
«Es otro ejemplo de clima extremo que puede tener la huella del cambio climático», opinó sobre la reciente tormenta en Nueva Escocia.
Clague dijo que el clima en América del Norte está controlado en gran medida por la corriente en chorro.
«Durante la última década, este tipo de corriente se ha vuelto más serpenteante e impredecible, vagando por una gama más amplia de latitudes», añadió.
Una cresta atmosférica causada por la corriente en chorro se retorció sobre el continente en forma de herradura invertida, haciendo sentir su impacto tanto en la costa este como en la oeste, refirió.
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