El proceso, que comenzó la víspera con las pruebas documentales, proseguirá este viernes de forma telemática contra el representante de la tiranía instalada un 3 de febrero hace 35 años, reseña el diario HOY.
Los crímenes del entonces comisario Torres Romero durante la dictadura de Stroessner –según la Fiscalía- incluyen torturas a tres personas opositoras al régimen militar, cuyo inventario de asesinatos, desapariciones y detenciones fue publicado días atrás por medios locales.
El acusado, considerado como uno de los jefes policiales encargados de ejecutar los suplicios a presos contrarios al Gobierno, es culpado de practicarlas contra esas tres personas en el Departamento de Investigaciones de la Policía Nacional, explicó la fiscal Sonia Sanguinés.
La representante del Ministerio Público recordó que las tres víctimas del exjefe policial, Carlos Ernesto Casco, su esposa Teresa Aguilera de Casco y su hermano Luis Alberto Casco, recibieron torturas tanto físicas como las psicológicas.
Los paraguayos conmemoraron el 2 de febrero el XXXV aniversario del derrumbe de la dictadura de Stroessner, después de la cual el país vivió “el periodo más extenso sin conflictos de ese tipo”, según el periódico Última Hora.
“Una democracia imperfecta es mejor que una dictadura”, comentó el diario sobre aquel sistema cuya existencia fue “la más prolongada y oprobiosa del país, sostenida por la trilogía Gobierno, Fuerzas Armas, Partido Colorado, y derribada por un golpe de Estado el 2 de febrero de 1989”.
La publicación calificó de despiadada aquella autoridad “que violó los derechos humanos de los paraguayos, torturó, asesinó, desapareció y exilió a miles de compatriotas, sin reconocer libertades, entre otros horrores de aquel proceso iniciado el 4 de mayo de 1954″.
Última Hora reseñó un informe de la Comisión de Verdad y Justicia sobre los 35 años de “stronismo”, que recoge 19 mil 862 detenidos, 18 mil 772 torturados, 20 mil 814 exiliados, 459 desapariciones forzadas y 128 mil 076 víctimas directas e indirectas de aquella asonada.
“Como evaluación de estas más de tres décadas –admite el diario- no se puede ignorar que hubo avances importantes en cuanto al reconocimiento de derechos civiles y políticos, y se debe valorar la vigencia de libertades de expresión o de reunión, inexistentes durante la dictadura”. Pero -recuerda el diario- “no cambió la realidad de la vida política y resalta el déficit de cultura ideológica, sin la cual la democracia siempre se ve incompleta. Y aquí radica la mayor derrota, pues para cambiar la cultura política la apuesta debía estar fundamentalmente en la educación”.
Durante la etapa democrática, además –opina el diario- “vivimos una situación de atraso en cuestiones fundamentales como el derecho a una salud y educación públicas de calidad, así como las dificultades de acceso al empleo digno, beneficios sociales y servicios públicos eficientes”.
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