“La trata es a menudo invisible. Los medios de comunicación, gracias también a reporteros valientes, arrojan luz sobre las esclavitudes de nuestro tiempo, pero la cultura de la indiferencia nos anestesia”, expresó el Sumo Pontífice y añadió que para combatirla “es necesario llegar a la raíz del fenómeno, erradicando las causas”.
“Ayudémonos recíprocamente a reaccionar, a abrir nuestras vidas y nuestros corazones a tantas hermanas y tantos hermanos que son tratados como esclavos. Nunca es demasiado tarde para decidirse a hacerlo”, expresó en su carta por esta jornada, dedicada a la memoria de santa Josefina Bakhita.
“Me uno a ustedes, en particular a los jóvenes, que en todo el mundo se están esforzando por combatir este drama de proporciones globales”, manifestó, y afirmó que “juntos caminamos tras los pasos de santa Bakhita, aquella religiosa sudanesa que en su infancia fue vendida como esclava y fue víctima de trata”.
“Pienso en las víctimas de los conflictos y de las guerras, en cuantos han sufrido los efectos del cambio climático, en las multitudes de migrantes forzosos y en quienes son objeto de explotación sexual o laboral, de forma particular, las mujeres y las niñas” manifestó el Obispo de Roma.
Hizo, en tal sentido, un llamado a “no quedarnos paralizados, a movilizar todos nuestros recursos en la lucha contra la trata y por la restitución de la plena dignidad a quienes han sido sus víctimas. Si cerramos nuestros ojos y oídos, si permanecemos inertes, seremos cómplices”.
En la parte final de su mensaje el Papa convocó a soñar con un mundo en el que las personas puedan vivir con libertad y dignidad, y bendijo “a todos aquellos que quieren comprometerse contra la trata y contra toda forma de explotación para poder construir un mundo de fraternidad y de paz”.
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