“El mismo día que firmó contrato, los delincuentes amenazaron a su mamá. Yo creo que está meditando”, dijo Acuña, gobernador de la región de La Libertad, en cuya capital, Trujillo, radica el club que, al igual que la universidad privada del dirigente, toma el nombre del gran poeta peruano.
Trujillo es una de las ciudades con mayores niveles de delincuencia, con frecuentes asaltos, extorsiones y asesinatos por encargo.
Añadio que el ariete de 40 años, que mantiene alto nivel competitivo, está meditando su dilema entre su familia y el fútbol y no quiere exponerla. Acuña aseguró que haría lo mismo si estuviera en una situación como la de Guerrero.
La comprensión del empresario y político alentó la posibilidad de una rescisión amistosa del contrato firmado por el club y Guerrero que, según la prensa deportiva, tiene una cláusula que establece el pago de una indemnización millonaria en caso de incumplimiento.
El delantero, que actúa en el exterior desde muy joven y nunca ha jugado en la Liga de Fútbol de Perú, firmó recientemente contrato para integrarse al club Vallejo, pero ayer comunicó que había desistido por razones familiares.
“Esperemos que Paolo tome la mejor decisión. El equipo tuvo la mejor intención de tenerlo acá, valoro mucho la actitud de Paolo que prefiere a su familia”, dijo Acuña.
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