Varios científicos estadounidenses coincidieron que “aún es demasiado pronto para saber con certeza si la próxima temporada tendrá repercusiones severas”, pero las temperaturas de la superficie del océano Atlántico norte alcanzaron a principios de febrero un grado centígrado por encima de lo normal y existen condiciones neutras o de La Niña para el punto álgido de la temporada de huracanes.
Esos niveles fueron más elevados en los lugares donde usualmente se forman la mayoría de los huracanes del Atlántico y llegaron a cifras parecidas a las reportadas en meses como julio desde África Occidental hasta Centroamérica, señala un artículo publicado este lunes en la cadena CNN en español.
Al ofrecer sus declaraciones a ese sitio, el investigador de la Universidad de Miami Brian McNoldy señaló que “se trata de la continuación de una ola de calor oceánica que comenzó en marzo pasado y no ha cesado desde entonces, impulsada por el fenómeno del llamado súper El Niño y el aumento de la temperatura global debido al cambio climático provocado por el hombre”.
Por su parte, el Centro de Predicción Climática de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) ha reportado que La Niña podría llegar en verano, sin embargo, es más probable que lo haga en otoño.
Phil Klotzbach, investigador de la Universidad Estatal de Colorado, declaró que aún es imposible saber qué ocurrirá con la combinación de un calor oceánico casi récord y La Niña, “pues que no ha habido ninguna otra temporada de huracanes en la que las temperaturas fueran tan extremas”.
Ambos expertos estadounidenses expresaron que, si la temporada comienza sin la influencia de La Niña, las aguas anormalmente cálidas podrían hacer que se formaran tormentas al principio del período ciclónico.
El fenómeno de La Niña es un evento climático natural que ocurre en el océano Pacífico tropical y tiene un impacto significativo en el clima global como una mayor actividad de huracanes en el Atlántico.
La Niña se desarrolla cuando los vientos alisios, que soplan desde el este hacia el oeste a lo largo del ecuador, se fortalecen y empujan las aguas cálidas de la superficie hacia el oeste del Pacífico, permitiendo que las aguas más frías y profundas asciendan en la región central y oriental del océano.
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