En la noche el cielo de varias ciudades del gigante asiático y de la región se iluminarán con miles de farolillos que durante estas últimas semanas decoraron casas, escuelas, comercios, mercados y parques.
Las familias degustarán juntos platos típicos de la gastronomía tradicional como el arroz glutinoso, pescado o la Olla Caliente y de esta forma despedirán las celebraciones de bienvenida al Nuevo Año Lunar.
El Festival de las Linternas no se limitó a una sola jornada y en los últimos días varias actividades, ferias y espectáculos de luces formaron parte de la tradición.
Por citar ejemplos, las actuaciones de la Ópera de Pekín en templos de esta capital permitió a cientos de visitantes experimentar una tradición de dos siglos de historia.
En la ciudad de Shantou, provincia sureña de Guangdong, las actividades culturales folclóricas, como los grandes tambores y las danzas del león, atrayeron a grandes multitudes.
Mientras en Zhuhai, los grupos artísticos presentaron la danza cantonesa del león, conocida como el «León del Sur», típica de esta región.
Otras actividades como los fuegos artificiales de hierro fundido y el espectáculo de linternas o figuras lumínicas ayudaron a recrear el ambiente festivo en todas las provincias del país.
Según investigaciones especializadas, esta fiesta comenzó a popularizarse durante la dinastía Han (206 ane-25 ne) y dos leyendas tratan de explicar su origen.
La primera es una antigua tradición que se remonta a los tiempos del emperador Ming de la dinastía Han y que guarda relación con el simbolismo de dejar atrás lo antiguo para dar paso a lo nuevo, con sus raíces en la expansión del budismo en el país asiático.
La otra leyenda, más popular, está protagonizada por el Emperador de Jade. Según la historia, unos aldeanos mataron a su grulla favorita por lo que decidió vengarse quemando su aldea.
Pensó en hacerlo justamente el día 15 después del año nuevo lunar, pero cuando su hija se enteró del plan decidió ayudar a los aldeanos y les advirtió sobre lo que iba a ocurrir.
Para salvarse, los habitantes colgaron linternas rojas, las cuales alumbraban con velas, y encendieron grandes hogueras para que, desde lejos, pareciese que la aldea estaba completamente en llamas y de esta forma engañaron al Emperador.
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