Ellos formaban parte de las 73 personas muertas al estrellarse un aparato de la compañía Cubana de Aviación en el mar frente a las costas de Barbados, debido a dos explosiones de sendos artefactos colocados por mercenarios de nacionalidad venezolana.
El 6 de octubre de 1976 regresaban a su país junto con sus cuatro entrenadores procedentes de Caracas, satisfechos por el deber cumplido.
Porque allí arrasaron con los títulos puestos en juego en el IV Campeonato Centroamericano y del Caribe juvenil de esgrima en las modalidades de florete para hombres y mujeres, espada y sable.
Los hombres que perpetraron el atentado fueron contratados por dos agentes de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, los connotados terroristas de origen cubano Orlando Bosch y Luis Posada Carriles.
‘Conmovidos, luctuosos, indignados’, dijo el Comandante en Jefe Fidel Castro de quienes se reunieron en La Habana nueve días después en el acto de despedida de duelo de las víctimas, una multitud concentrada para expresar su repudio a la acción, con amplia repercusión en el mundo.
Al referirse a los esgrimistas, el líder de la Revolución cubana aseguró cómo esos ‘atletas sacrificados en la flor de su vida y de sus facultades serán campeones eternos en nuestros corazones’.
‘Sus medallas de oro -agregó- no yacerán en el fondo del océano, se levantan ya como soles sin manchas y como símbolos en el firmamento de Cuba; no alcanzarán el honor de la olimpiada, pero han ascendido para siempre al hermoso olimpo de los mártires de la patria’.
Ellos retornaban felices por sus resultados en el torneo, éxitos del deporte cubano que el enemigo no puede perdonar y acude a actos como ese para truncar vidas sin importarle sean niños, jóvenes, mujeres o ancianos, siempre que sean fieles a su patria.
A propósito de ese suceso se estableció en Cuba el 6 de octubre como Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado, una jornada para exigir que cesen la impunidad y las acciones violentas contra esta nación.
Desde entonces hay dolor y lágrimas al recordar el denominado Crimen de Barbados, lo exteriorizaron quienes asistieron a la despedida de duelo en la Plaza de la Revolución capitalina y los que rememoran la fecha ya por cuatro décadas y media.
Y así lo expresó Fidel Castro: ‘No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. áY cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!’.
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