El Ministerio de Relaciones Exteriores afirmó en un comunicado que esa acción constituye una flagrante agresión contra la Mezquita al Aqsa, construida en el recinto y considerado el tercer sitio más sagrado por quienes profesan el Islam.
Adelantó que las autoridades palestinas realizarán todos los esfuerzos políticos y diplomáticos posibles para enfrentar el fallo judicial.
Un tribunal de apelaciones de Jerusalén aceptó ayer un recurso para permitir a los judíos acudir al complejo a rezar en silencio.
El sitio sagrado es venerado tanto por musulmanes, que lo llaman Explanada de las Mezquitas, como por judíos, que lo conocen como el Monte del Templo.
Para los primeros porque en su interior está la Mezquita de Al Aqsa, mientras para los segundos porque allí se construyeron sus dos templos bíblicos.
El primer ministro israelí, Naftalí Bennett, afirmó en julio último que sus compatriotas tienen derecho a rezar allí, aunque días después su Gobierno reculó entre la ola de críticas.
Según los acuerdos alcanzados hace décadas, a los judíos solo se les permite visitar el complejo, con numerosas condiciones, pero no rezar.
Esta comunidad realiza sus plegarias en el muro occidental, conocido como Muro de los Lamentos o de las Lamentaciones, que constituye una barrera exterior de la Explanada y representa el único vestigio el segundo templo bíblico, construido por el rey Herodes.
La explanada de las Mezquitas forma parte de la ciudad vieja, ubicada en la parte oriental de la metrópoli, ocupada por el ejército de Israel durante la guerra de 1967.
En 1980 ese país declaró a toda la urbe como su capital eterna e indivisible, una postura rechazada por la comunidad internacional, que considera la zona este como parte del futuro Estado palestino.
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