La prestigiosa competencia de ballet presenta acoge el formato de moda de los últimos meses y recrea rutinas pregrabadas ante los jueces, quienes mantienen el distanciamiento físico en el salón de un hotel y sin audiencia en vivo garabatean notas en sus escritorios.
Cerca de 80 bailarines de entre 15 y 18 años, de una veintena de países, compiten por seis premios en el certamen, considerado uno de los más duros del mundo y que constituye un impulso a la carrera profesional de los artistas.
Alcanzar un galardón en el evento asegura la obtención de una beca de un año en una escuela o empresa asociada, como le sucedió a la italiana Alessandra Ferri y al cubano Carlos Acosta, quienes luego se destacaron en el American Ballet Theatre y el Royal Ballet, respectivamente.
De acuerdo con Nicolas Le Riche, exbailarín principal del Ballet de la Ópera de París, no existen grandes diferencias con juzgar las actuaciones en vivo o mediante una pantalla, en tanto señaló que se sintió conmovido al descubrir a los bailarines, verlos transmitir alegría, excelencia y pasión en esos videos.
Asimismo, los organizadores señalaron que a pesar de la preocupante situación sanitaria, no renunciaron a hacer el Prix de Lausana para no perder un año en la carrera de un bailarín, así como fortalecer la industria de la danza, cuyos presupuestos están expuestos a recortes por la recesión provocada por la pandemia.
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