Anderson Desroches, de la Fuerza Sindical para Salvar a Haití, agradeció a la población por su entereza; no obstante, advirtió a las autoridades que el 3 de noviembre podrían convocar a un nuevo paro si el Gobierno es incapaz de ofrecer soluciones a los problemas.
‘Es una batalla contra la escasez de combustible. Una batalla contra la creciente inseguridad. Una batalla contra el alto costo de la vida’, aseguró el sindicalista que se distanció de sectores que quieren utilizar el movimiento con fines políticos.
Desroches también criticó el mutismo del primer ministro Ariel Henry, que no se ha dirigido a la nación desde el inicio de la reciente crisis.
La inseguridad se agravó en Haití en los últimos meses con cerca de 800 secuestros registrados de enero a octubre, entre ellos, el de 17 misioneros de Estados Unidos y Canadá, mientras las bandas controlan casi el 40 por ciento de la capital.
De hecho, la crisis de combustible tiene su origen en el poderío de estas pandillas que limitan el acceso a las terminales petroleras, secuestran camiones cisterna y piden elevados rescates para su liberación.
La víspera, el líder de la federación G-9 y Aliados presionó al primer ministro Ariel Henry para que dimitiera, y aseguró que tras la renuncia se reestablecería el suministro de los combustibles.
El expolicía afirmó que libran una batalla política y prometieron brindar una solución a la inseguridad y la inestabilidad del país tras la dimisión de Henry.
La huelga de los sindicalistas paralizó la mayoría de las actividades en Puerto Príncipe y otras ciudades del país, con el cierre de comercios, escuelas, e incluso la administración pública, aunque este miércoles comenzaron a reanimarse algunas de ellas.
msm/ane