En un acto en el Palacio Nacional de la Cultura, el presidente Alejandro Giammattei entregó el expediente con la propuesta a Lucía Verdugo, representante aquí de la organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Giammattei expresó el deseo de que los barriletes elaborados en ambos municipios del departamento de Sacatepéquez sean reconocidos en el mundo porque, afirmó, son expresión de la espiritualidad de nuestro pueblo y de tradiciones ancestrales.
Nuestro compromiso es preservar esta y muchas otras expresiones como parte de la gran riqueza cultural de más de tres mil años, aseguró en su discurso, en un Patio de la Paz engalanado con diferentes muestras de coloridos barriletes.
La cultura -explicó- puede y debe convertirse también en un motor económico que facilite el desarrollo, por lo que no dudamos que la inclusión de esta técnica en la lista de la Unesco ayude a que este objetivo de país se cumpla.
Por su parte, Verdugo expresó su confianza en que el expediente de nominación será muy bien recibido por la comunidad internacional.
Hemos visto barriletes en los cuales se plasman mensajes de paz y memoria y consideramos un honor recibir la propuesta, un reconocimiento a quienes elaboran estas obras, afirmó.
El pasado año, el festival de los Barriletes Gigantes se realizó de forma virtual a causa de la pandemia de la Covid-19 en un momento crítico; sin embargo, en esta ocasión el Jefe de Estado anunció que este 1 de noviembre podrá ser presencial, aunque con estrictas medidas de bioseguridad.
He orientado al ministro de Cultura y Deportes celebrar esta fiesta para que podamos ver volar estas maravillas, indicó.
Con la llegada de noviembre, los municipios de Santiago y Sumpango Sacapetéquez cubren sus cielos de coloridos barriletes en un festival que perpetúa la tradición de enlazar a los vivos con sus muertos.
Según la cosmovisión maya, este día las almas de los antepasados son liberadas por 24 horas para volver a sus hogares, de ahí que con la salida del sol las familias esparcen flores en las casas y colocan ramilletes en sus ventanas para guiarlas en el camino de vuelta.
El lazo de comunicación son espectaculares cometas que construyen las familias y asociaciones de artesanos casi exclusivamente de bambú y papel de seda con varios meses de anticipación para determinar el tamaño, diseñar los adornos y motivos diferentes.
Los más pequeños se elevan, todo un reto mantenerlos en el aire, y los de mayor tamaño, algunos llegan a medir 15 metros de diámetro, son evaluados por un jurado en un concurso que atrae a nacionales y extranjeros también por la música y variedad de platillos típicos.
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