Recientemente, nueve miembros de una familia, entre ellos cuatro niñas y dos niños, perecieron por el estallido de un explosivo de guerra dentro de una vivienda en la ciudad de Kunduz, afirmó un comunicado del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Entre tanto, otros tres pequeños resultaron heridos, agregó el reporte de esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas.
Al parecer, uno de los menores, sin saberlo, introdujo el artefacto en la vivienda tras encontrarlo en el campo próximo a su casa, explicó la representante interina de Unicef en Afganistán, Alice Akunga, en la declaratoria.
Este incidente subraya el imperativo urgente de retirar los materiales explosivos y los restos de guerra y de sensibilizar a las comunidades sobre los riesgos, recalcó.
El creciente número de muertes infantiles es un duro recordatorio de que los niños siguen pagando el precio de un conflicto que no fue obra suya, apuntó la declaración.
Unicef instó a todas las partes implicadas a hacer todo lo posible para proteger a los civiles y los niños, cuya seguridad debe ser la consideración principal en todos los contextos.
Desde el ascenso al poder del movimiento Talibán, Afganistán está inmerso en una crisis humanitaria y necesita ayuda internacional urgente.
Los insurgentes conquistaron el país centroasiático a mediados de agosto último, mientras Estados Unidos y la OTAN sacaron sus tropas tras 20 años de ocupación militar y billones de dólares en gastos de guerra, además de miles de civiles muertos.
Afganistán está actualmente más pobre que hace dos décadas, con cinco millones de desplazados internos y más de 22 millones de habitantes amenazados por la hambruna.
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