Tal como anunció antes de partir de Roma, el sumo pontífice arribó aquí como peregrino de la paz en la primera estancia de un sucesor de Pedro en la cuna de Abraham, figura en la cual convergen judíos, musulmanes y cristianos.
Tras ser recibido por el primer ministro, Mustafá Al-Khadimi, y realizar una visita de cortesía al presidente, Barham Salih, Francisco se reunió con otras autoridades y representantes de la sociedad civil y el cuerpo diplomático.
En el primer discurso en suelo iraquí, el papa afirmó que la coexistencia fraterna necesita del diálogo paciente y sincero, protegido por la justicia y el respeto del derecho, lo cual, dijo, requiere esfuerzo y compromiso por parte de todos para superar rivalidades y contraposiciones.
Sólo si logramos mirarnos entre nosotros, con nuestras diferencias, como miembros de la misma familia humana, podremos comenzar un proceso efectivo de reconstrucción y dejar a las generaciones futuras un mundo mejor, más justo y más humano, indicó.
Poco después, sostuvo un encuentro con obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas y catequistas en la catedral católica siria de Nuestra Señora de la Salvación, objeto de una acción terrorista la cual dejó un saldo de decenas de muertos y heridos el 31 de octubre de 2010.
En las últimas décadas, expresó Francisco, ustedes y sus conciudadanos debieron afrontar los efectos de la guerra y persecuciones, la fragilidad de las infraestructuras de base y la lucha continua por la seguridad económica y personal, que a menudo llevó a desplazamientos internos y a la migración de muchos.
Al referirse en particular a las víctimas del atentado terrorista de 2010, resaltó que ‘su muerte nos recuerda con fuerza que la incitación a la guerra, las actitudes de odio, la violencia y el derramamiento de sangre son incompatibles con las enseñanzas religiosas’, como señaló en su encíclica ‘Hermanos todos’.
Mañana, acotó, encontraré en Ur a los líderes de las tradiciones religiosas presentes en este país, para proclamar, una vez más, nuestra convicción de que la religión debe servir a la causa de la paz y unidad entre todos los hijos de Dios.
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