En Mosul, urbe ocupada desde 2014 hasta 2017 por el denominado Estado Islámico, el sumo pontífice señaló que allí ‘son demasiado evidentes’ las trágicas consecuencias de la guerra y las hostilidades.
En ese sentido, lamentó la destrucción de antiguos lugares de culto y que miles de musulmanes, cristianos y yazidíes fueran aniquilados por el terrorismo, mientras otros resultaron desplazados por la fuerza o asesinados.
Hoy, a pesar de todo, reafirmamos nuestra convicción de que la fraternidad es más fuerte que el fratricidio, la esperanza más fuerte que la muerte y la paz más fuerte que la guerra, indicó Francisco.
Esta convicción, dijo, habla con una voz más elocuente que la del odio y la violencia y nunca podrá ser sofocada con la sangre derramada por aquellos que pervierten el nombre de Dios al caminar por senderos de destrucción.
En la vecina Qaraqosh, el papa saludó a la comunidad cristiana en proceso de reconstitución tras ser duramente golpeada durante la ocupación y afirmó que el momento es de reconstruir no sólo los edificios, sino, primero que todo, ‘los vínculos que unen a comunidades y familias, jóvenes y ancianos’.
Al mismo tiempo, llamó a perdonar para permanecer en el amor como cristianos y añadió que ‘el camino para una curación plena podría ser todavía largo, pero les pido, por favor, que no se desanimen. Se necesita la capacidad de perdonar y, al mismo tiempo, el coraje para luchar’.
Francisco concluyó su gira en Erbil donde celebró una misa ante unas 10 mil personas congregadas en el estado ‘Franso Hariri’ a quienes recordó la necesidad de eliminar ‘de nuestro corazón y de la iglesia las nefastas sugestiones del poder y del dinero’.
Para limpiar el corazón debemos ensuciarnos las manos: sentirnos responsables y no mirar a otra parte mientras el hermano y la hermana sufren, apuntó el pontífice en la homilía durante la última actividad pública contemplada en el programa de su visita apostólica este país, para regresar mañana a Roma.
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