Protestas masivas aquí, en la ciudad gemela de Omdurmán, en la ribera este del río Nilo, Kordofán (centro) y Darfur (oeste) fueron atacadas la víspera con gases lacrimógenos por destacamentos del Ejército y la Policía, acorde con testimonios, sin que haya datos sobre muertos o heridos en los choques.
Queremos la caída del régimen; poder al pueblo y queremos un gobierno civil, son las principales consignas de los protestantes, según reportes difundidos por la prensa plana e imágenes en los telediarios.
El retorno del primer ministro Abdallah Hamduk a la cabeza del gobierno, subordinado al Consejo Soberano de Transición (CST), liderado por el general Abdel Fattah el Bursan, fue rechazado desde su anuncio por la coalición opositora Fuerzas por la Libertad y el Cambio (FCC, siglas en inglés).
Hamduk fue derrocado a fines de octubre pasado por una asonada castrense comandada por al Bursan quien además declaró el estado de emergencia en todo el país y disolvió el CST, que presidía, solo para designar otro también encabezado por él e integrado por militares de alta graduación.
Reinstalado pocos días después, Hamduk aceptó formar gabinete y proseguir de la mano del CST el camino hacia los comicios programado para 2023 como parte del proceso de democratización del país, pero esa reconciliación fue rechazada por la oposición política y asociaciones de profesionales.
Sin embargo, para observadores cada vez resulta más patente que el rechazo al acuerdo cívico-militar trasciende el plano formal y se inscribe en una cuestión de fondo: el protagonismo de entidades islamistas en el futuro político del país, en esencia la Hermandad Musulmana (HM).
El expresidente Omar al Bashir tenía lazos con los “ajuan” (hermanos, en árabe), nombre coloquial de los miembros de la HM, y que entre los militares sudaneses que perpetraron el levantamiento hay sectores que le son favorables, una posibilidad rechazada por la oposición.
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