El foro de uno de los órganos de gobernanza de la entidad de la ONU especializada en temas de educación, ciencia, cultura e información sesionó en esta capital entre el 9 y el 24 de noviembre, con momentos relevantes como la conmemoración de los 75 años de creada la Unesco y la reelección para un segundo mandato como directora general de la francesa Audrey Azoulay.
Los 193 Estados Miembros adoptaron el primer marco internacional sobre la Ciencia Abierta, destinado a hacerla más transparente y accesible para los seres humanos.
También por primera vez, quedó definido este concepto centrado en la inclusividad y la cooperación internacional, que en principio debería permitir el uso de licencias abiertas y el intercambio de datos e informaciones, en aras de un beneficio colectivo por la humanidad de logros científicos e innovaciones, en realidad un desafío colosal.
La pandemia de la Covid-19 puso de manifiesto cómo las prácticas de ciencia abierta, entre ellas el acceso a las publicaciones científicas, el intercambio de datos y la colaboración, pueden acelerar la investigación y reforzar los vínculos entre la política científica y la sociedad, afirmó Azoulay.
De acuerdo con la directora general, las recomendaciones emitidas por la Unesco en este campo fomentarán el beneficio inclusivo y la cooperación, a partir del entendimiento común, la inversión en infraestructura y servicios, la alfabetización digital, la creación de capacidades y la promoción de enfoques innovadores.
La 41 Conferencia General de la Unesco fue además escenario de la adopción de recomendaciones para un empleo ético de la Inteligencia Artificial (IA), iniciativa calificada aquí de histórica.
El mundo necesita reglas para que la IA beneficie a la humanidad, y hemos dado un paso importante con este primer marco normativo mundial, que otorga a los Estados la responsabilidad de aplicarlo a su nivel, subrayó Azoulay el jueves en un encuentro con la prensa.
Las recomendaciones sobre la IA se basan en principios como la protección de los derechos humanos, las libertades individuales y el medioambiente, la inclusión y el favorecimiento de sociedades pacíficas y justas.
El marco normativo recoge el pedido a la protección de los datos, la transparencia en su uso, la prohibición del empleo de marcadores sociales y de la vigilancia masiva y el apoyo de la Unesco en cuanto a la implementación y la evaluación.
La directora general adelantó que las recomendaciones disponen de un mecanismo de seguimiento por parte del ente de las Naciones Unidas.
En su 41 Conferencia General, la Unesco también aprobó la Declaración de París, un llamado global a invertir en el futuro de la educación, acuerdo adoptado en un encuentro que reunió a jefes de Estado y de Gobierno y a ministros de 40 países.
A propósito del sector, se abordó el impacto sobre la enseñanza de la pandemia de la Covid-19, la cual dejó fuera de las aulas a mil 600 millones de niños y adolescentes, con el riesgo de que una parte de ellos, residentes en países del Sur, jamás pueda retornar a las mismas.
Igualmente, fue presentado el Informe sobre los Futuros de la Educación, el resultado de dos años de trabajo de una comisión liderada por la presidenta etíope, Sahle-Work Zewde.
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