El manipulado accionar de la operación judicial Lava Jato, encabezada por el otrora coordinador Deltan Dallagnol y el juez Sérgio Moro, resultó suficiente para apartar al fundador del Partido de los Trabajadores (PT) de las elecciones de 2018 y pavimentar el camino para el triunfo de Jair Bolsonaro.
Como era de esperar, el exdirigente obrero sufrió luego una avalancha de imputaciones en los tribunales, pero con el tiempo mostró la verdad libre de culpas y su inigualable pureza moral.
Ahora, a más de tres años de aquel sufragio, Lula lidera, después de recuperar sus derechos políticos, todas las encuestas de opinión rumbo a las justas comiciales del próximo año, en las que espera reelegirse Bolsonaro y llegar al poder el candidato Moro.
Durante el calendario que termina, el exgobernante pudo recobrar su elegibilidad y registrar además 22 impresionantes victorias en el Supremo Tribunal Federal (STF).
Según analistas, tales recompensas judiciales sacaron a la luz, una vez más, la orquestada cacería montada por grupos del Ministerio Público Federal (MPF) y la justicia para destruir a Lula como actor político, así como privarlo de los derechos electorales.
A las claras, atestiguan la persecución legal y mediática de la que fue víctima el líder petista, quien exhibió el18 de noviembre su triunfo 22 ante la justicia al cerrar una corte en Sao Paulo la investigación contra tres de sus hijos, por falta de pruebas.
La contundente victoria emergió después que el paulista quinto Tribunal Penal Federal aceptara la petición del MPF y pusiera punto final a la indagación contra Fabio Luis, Marcos Cláudio y Sandro Luis Lula da Silva.
Esa pesquisa se basó en supuestas pruebas fabricadas en el ámbito de la Lava Jato y, por lo tanto, fue considerada nula por el STF, dada la sospecha de parcialidad de Moro en su gestión.
La Fiscalía Federal aceptó el argumento de la defensa de que la pesquisa, que inquiría a los hijos de Lula por supuesta evasión fiscal relacionada con pagos realizados entre sus empresas, se basaba en el material de la Lava Jato.
«Con razón la defensa. Una vez reconocida la ilegalidad de los elementos de convicción acumulados en las acciones penales originales que demostraron la recepción de ingresos gravables, la caracterización del delito de evasión de impuestos se ve perjudicada», concluyó la procuradora Rhayssa Castro Sanches Rodrigues.
Los abogados de Lula corroboraron que el material utilizado para abrir la investigación contra los hijos tiene su origen en la «operación Lava Jato de Curitiba», anteriormente declarada nula por el Supremo tras reconocer la incompetencia del decimotercer juzgado federal de la sureña ciudad.
Desde el final de su encarcelamiento, el exjefe de Estado estuvo más de 20 veces en las cortes y puso al desnudo la lawfare (guerra jurídica) de la que resultó blanco.
Su victoria más emblemática ocurrió en el tribunal superior que anuló cuatro acciones contra él, al declarar parcial y sospechosa la práctica de Moro.
Luego que el Supremo confirmara el 23 de junio que el exmagistrado actuó en casos judiciales con iniquidad, la defensa de Lula indicó que el dictamen es «una victoria del derecho» y el restablecimiento del debido proceso legal y «de la credibilidad del Poder Judicial en Brasil».
Reiteró que, desde la primera manifestación escrita, en 2016, Moro usó el cargo de juez para practicar lawfare y «promover una verdadera cruzada contra el expresidente Lula».
BOLSONARO ENTRE IMPOPULARIDAD Y CRISIS
En la misma proporción en que Lula sumó triunfos judiciales y fortaleció su intención de voto en el año, se desplomó la aprobación de Bolsonaro que alcanzó su peor nivel desde el inicio de su administración en enero de 2019.
Una investigación de la encuestadora Atlas, en colaboración con el periódico Valor Económico publicada el 29 de noviembre, señala que solo un 19 por ciento evalúa de manera positiva la gestión del Gobierno federal.
El guarismo resulta ser el peor índice registrado desde el inicio de la serie histórica, en el primer mes de mandato del excapitán del Ejército.
Una anterior encuesta, realizada en septiembre, expuso que la relación de evaluaciones positivas fue del 24 por ciento. En mayo, del 31.
La desaprobación de Bolsonaro también alcanzó el nivel más alto registrado: el 65 por ciento de los encuestados reconoció que reprocha el trabajo individual del exparacadista.
Esa cifra es la misma notificada en mayo del año pasado, cuando se alcanzó la peor evaluación hasta entonces.
Para la muestra, Atlas entrevistó a cuatro mil 921 personas en línea entre el 23 y 26 de noviembre. El margen de error es de un punto porcentual y el índice de confianza es del 95 por ciento.
El portal de noticias UOL argumenta que las señales que presentan los sondeos de opinión actualmente son preocupantes para quien procura una campaña de reelección.
Alerta que Bolsonaro es el primer presidente en funciones que no lidera las encuestas a falta de un año de votaciones, algo que no ocurrió en los intentos -exitosos- de Fernando Henrique Cardoso, en 1998, Lula, en 2006, y Dilma Rousseff, en 2014.
En todo 2021, el ex oficial castrense enfrentó crisis en su gobierno: desde problemas sanitarios, con la pandemia de la Covid-19 que cobró hasta la fecha más de 615 mil vidas, hasta ataques a la democracia, instituciones y al proceso electoral.
La situación de Bolsonaro es muy difícil porque es un conjunto de crisis muy difíciles de manejar, señaló el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Federal de Minas Gerais Cristiano Rodrigues.
Advirtió que la pandemia, que resulta complicada por sí misma, aumentó «en gravedad gracias a las acciones del gobierno».
rmh/ocs
*Corresponsal de Prensa Latina en Brasil