En el pueblo de Jaimanitas, al oeste de La Habana, la constante intranquilidad e imaginación del creador transformaron el entorno de un pueblo de pescadores, desde hace tres décadas, cuando aparecieron los primeros azulejos en calles y casas.
Actualmente, es posible apreciar las influencias del fotógrafo y escultor rumano Constantin Brâncuși (1876-1957), considerado como pionero del arte moderno, y del arquitecto Antoni Gaudí (1852-1926), máximo representante del modernismo catalán.
La selección del material respondió a su belleza, perdurabilidad y resistencia frente a las inclemencias del tiempo. ‘Muchos pensaron que estaba loco. Te digo lo mismo que afirmé en el documental del realizador Roberto Chile: que me digan loco; eso sí, soy un soñador, pero no el único’, recordó.
En entrevista exclusiva con Prensa Latina, Fuster afirmó que ni circunstancias como la actual pandemia de Covid-19 detienen el proceso de creación pues logró contagiar a otros con su arte y ‘tenemos el optimismo, el ímpetu y la fuerza del comienzo, como ese gran e inmenso mar que todos los días amanece nuevo’.
El artista detrás de la obra
Fuster nació el 6 de agosto de 1946, en Caibarién, ubicado en la central provincia de Villa Clara. Durante su adolescencia enseñó a leer y escribir a los campesinos en las montañas de la Sierra Maestra, en la región suroriental, y estudió arte en La Habana.
Desde 1966, labora como artista profesional y, según calcula, sus exposiciones personales en el mundo superan las 100 y el número de exhibiciones en grupo asciende a 500.
‘Me motiva la vida, los colores del amanecer y construir, a diario, un país. Hay otros pueblos a los cuales estoy agradecido, por ejemplo, al de Caibarién y al de Santa Fe, este último cerca de aquí. Pero un día me eché a nadar, llegué a Jaimanitas y planté bandera ‘, aseguró el escultor.
Surgieron entonces enormes paredes cubiertas de azulejos: la ‘Gitana Tropical’, inspirada en el retrato femenino del pintor Víctor Manuel García; una representación de países latinoamericanos; pasajes de la guerra insurreccional, y valores de la idiosincrasia y la religiosidad del archipiélago antillano.
En su casa actual, según refiere la historia, falleció en 1963 Enrique Loynaz del Castillo, autor de la letra del Himno Invasor del Ejército Libertador de Cuba y padre de la abogada y escritora Dulce María Loynaz. En la parte menos conocida de su proyecto artístico e inmortalizado en un gran muro, descansa encima de su caballo el General Loynaz.
‘Yoruba soy, soy locumí’, es una de sus piezas más recientes, realizada en homenaje al poeta Nicolás Guillén y alusiva a su composición ‘Son número seis’ de 1947, y reposa junto a otras colocadas dentro del mar como: una jirafa tridimensional y El Caminante que ahora porta una mascarilla.
Con los términos esperanza, cubanía, luz y color definen los habitantes de Jaimanitas al sitio conocido popularmente como Fusterlandia. Otras influencias internacionales resultan las del pintor español Pablo Picasso y, muestra de ello, es el rostro del vigía de brazos abiertos en la azotea de su taller.
Antes de llegar a esa majestuosa edificación de cuatro plantas, los miles de visitantes anuales encuentran diversidad de motivos, símbolos y alegorías a su paso. También, obras de otros imprescindibles en el arte contemporáneo cubano como: Kcho, Choco, Roberto Fabelo y Zaida del Río.
‘Es triste quedarse con las manos cruzadas sin hacer nada. Creo en el día a día y en como decía Hemingway: si la inspiración existe, pues que me sorprenda trabajando. ¿Retirarme?, no. El retiro llega cuando uno muere y ni en eso he reparado yo. A veces, pienso que soy eterno’, concluyó Fuster.
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