En su extensa y al parecer interminable lista, la Casa Blanca incluyó este miércoles a dos altos funcionarios del Gobierno salvadoreño a quienes acusa de presuntos actos de corrupción vinculados a organizaciones criminales.
También, Washington informó sanciones económicas y un embargo de armas contra Cambodia, denunciando «la creciente influencia del ejército» de China en ese país e imputó a miembros de su gobierno de violación de derechos humanos y corrupción.
La víspera otras 15 personas e instituciones, pero de Irán, Siria y Uganda fueron sancionadas por estar implicadas en supuestos abusos «graves» de derechos humanos y represión a civiles, oponentes políticos y manifestantes pacíficos.
Como consecuencia de las penalidades, el Tesoro congeló los activos que estos individuos y entidades pudiesen tener bajo jurisdicción estadounidense y además se les prohíbe hacer transacciones financieras con ciudadanos de este país.
El secretario norteamericano de Estado, Antony Blinken, consideró que estas medidas «son coherentes» con el objetivo de la llamada Cumbre por la Democracia que, de manera virtual y auspiciada por Washington, sesionará entre jueves y viernes.
La reunión selectiva que comienza mañana, a la cual Estados Unidos invitó a sus mejores y más fieles aliados, ya sean naciones o personas que entran en su égida, apunta a la política del “si no estás conmigo estás contra mí” y desembocará en dos clubes, «el de las democracias y los demás», a juicio de analistas.
Al propio tiempo, los observadores cuestionan la moral que tiene el país convocante, teniendo en cuenta el extenso aval en materia de racismo sistémico, abusos policiales, fenómenos sociales como las drogas y la violencia con armas de fuego.
Además –preguntan- qué lecciones puede dar Estados Unidos si hasta en el diseño de su sistema electoral el dinero es el que abre las puertas para llegar al Despacho Oval y la elección de un presidente es resultado de un número en un colegio electoral y no consecuencia del voto popular.
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