El diario Global Times deploró que ahora Estados Unidos y sus aliados busquen coordinar tal maniobra, sin importarle los intereses de sus propias compañías en ampliar la participación en este mercado.
Censuró la circulación de iniciativas como pedir a los atletas no asistir a los juegos, cambiar la sede, impedir las transmisiones del distribuidor NBC Universal y hasta presionar a los empresarios.
“Más allá del potencial impacto en el mundo deportivo, los llamados radicales también pesan sobre los negocios globales. Patrocinadores olímpicos como Coca-Cola, Visa, General Electric y otras multinacionales (…) quedaron atrapadas bajo un fuego cruzado”, acotó.
El periódico denunció que algunas fuerzas se escudan en el supuesto abuso a las etnias de Xinjiang para exacerbar la confrontación entre China y Occidente, pero al mismo tiempo elevan los riesgos para las operaciones de firmas extranjeras en la nación asiática.
Ejemplificó su aseveración con la reciente controversia que enfrentaron aquí marcas de ropa como la sueca H&M, las estadounidenses Gap, Nike y New Balance, la alemana Adidas, la británica Burberry y la japonesa Uniqlo, porque dejaron de adquirir algodón procedente de Xinjiang por el presunto uso de trabajo forzoso.
El escándalo se agravó con un llamado de la población china a boicotear sus productos, la desaparición de ofertas en sitios del comercio electrónico (Tmall, Jingdong y Pingduoduo), más la ruptura de contratos de publicidad con una treintena de celebridades locales y equipos de fútbol.
Finalmente Global Times afirmó que si bien la hostilidad occidental contra Beijing-2022 es una innecesaria distracción para los atletas, la politización del deporte y la cooperación comercial solo conducirá a consecuencias desastrosas para todos.
La semana pasada Estados Unidos, Canadá, Australia y Reino Unido anunciaron que no enviarán delegaciones oficiales a la cita en China, aunque sí permitirán la participación de sus deportistas nacionales.
Los motivos de tal acción son el supuesto genocidio, establecimiento de campos de reeducación y abuso a las etnias de la región autónoma uigur en Xinjiang, algo rechazado en múltiples ocasiones por el gigante asiático.
China protestó contra un acto que considera de corte injerencista, y basado en rumores y mentiras, mientras el Comité Olímpico Internacional llamó a no utilizar el evento para caldear las tensiones globales y recordó que la asistencia de los atletas en un asunto consensuado por la comunidad mundial.
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