En los últimos días la violencia contra los habitantes de Cisjordania se intensificó y adoptó un carácter de castigo colectivo y vengativo, señaló la ONG, citada por la agencia oficial de noticias Wafa.
Desde la muerte de un colono el 16 de diciembre en un ataque palestino, se contabilizaron en represalia 38 agresiones de los pobladores de esos asentamientos ilegales, la mayoría “ejecutados con la protección total” de los militares, subrayó.
Entre esos casos citó el atropello deliberado ocurrido ayer cerca de la localidad de Sinjil, que causó la muerte de una palestina de 55 años.
“La violencia no oficial de los colonos se produce en paralelo con la violencia oficial del ejército israelí, aparentemente para expulsar a los palestinos de sus ciudades y pueblos cercanos a los asentamientos”, alertó.
En similar sentido se pronunció ayer la legisladora israelí Aida Touma-Suleiman, quien acusó a las Fuerzas Armadas de patrocinar la violencia y los crímenes cometidos a diario por esas personas.
Las críticas coinciden con un agrio debate nacional que dividió al Gobierno de coalición, tras las denuncias en ese sentido del ministro de Seguridad Pública, Omer Barlev, miembro del Partido Laborista.
Este último condenó la pasada semana la violencia de los colonos en las zonas ocupadas durante un encuentro con la subsecretaria de Estado norteamericana para Asuntos Políticos, Victoria Nuland.
En respuesta, los sectores de derecha en el poder, representado por las formaciones Yamina e Israel Beiteinu, y en la oposición, encabezados por el Likud, arremetieron contra el funcionario.
El propio primer ministro y dirigente de Yamina, Neftali Bennett, salió en defensa de los colonos al calificar de fenómeno marginal los ataques de estos contra los palestinos, lo cual a su vez, fue duramente cuestionado por la izquierda, los árabes-israelíes y diversas organizaciones de derechos humanos.
Según diversos cálculos, más de 600 mil israelíes viven en Cisjordania y Jerusalén oriental, zonas ocupadas desde la guerra de 1967.
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