Los manifestantes bloquearon el puente de Westminster sobre el río Támesis y luego se plantaron por segundo día consecutivo frente a la sede de la Policía Metropolitana conocida como Scotland Yard al grito de ‘vergüenza’ y ‘no nos callarán’.
Las protestas tuvieron como detonante la actuación de los agentes del orden contra una vigilia que tuvo lugar el sábado pasado en el sur de Londres para rendir tributo a Sarah Everard, la joven que desapareció en horas de la noche del 3 de marzo pasado cuando caminaba de regreso a su casa, y cuyo cadáver fue encontrado luego en un bosque del suroeste de Inglaterra.
Tras la arremetida contra los participantes en el homenaje por violar las restricciones vigentes por la Covid-19 la Policía Metropolitana recibió una lluvia de críticas, incluso de parte del primer ministro Boris Johnson, quien calificó de preocupantes las imágenes difundidas por las redes sociales.
El hecho de que el secuestrador y asesino de Everard es un policía en activo asignado al servicio de atención a embajadas, y que la represión de la vigilia ocurriera en momentos en que el Parlamento debate un proyecto de ley que buscar otorgarles más poderes a los uniformados para disolver manifestaciones, contribuyó a caldear aún más los ánimos.
Según argumentó este lunes en el Parlamento, la legislación vigente, que data de hace 30 años, tiene muchas lagunas que son aprovechadas por los manifestantes para cometer desmanes, y citó el caso de los activistas contra el cambio climático que el año pasado, dijo, bloquearon el paso de una ambulancia, interrumpieron el servicio de transporte e irrumpieron en la pista de un aeropuerto capitalino.
Sus detractores alegan, sin embargo, que la propuesta pretende ilegalizar las protestas públicas, mientras que el opositor Partido Laborista, que en un inició dijo que se abstendría, cambió de opinión tras la represión ejercida contra la vigilia en honor a Everard, y anunció que votará en contra del proyecto de ley.
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