El Acnur precisó que esa cifra de ciudadanos sursudaneses recibió abrigo en cinco países vecinos, lo cual ilustra su dispersión.
Tal éxodo es una consecuencia de la guerra (2013-2018) que enfrentó a antiguos aliados de la lucha contra el Gobierno de Sudán, concluida en 2005 con un acuerdo de paz y que en 2011 posibilitó la creación de Sudán del Sur como Estado reconocido.
Hace casi una década ese territorio fue el país más joven del mundo, pero hoy en día millones de sus habitantes son desplazados internos y también fuera de sus fronteras.
La crisis sigue incidiendo severamente en los niños, con más del 65 por ciento de la población refugiada menor de 18 años, incluidos pequeños separados de sus padres o tutores habituales.
Pese a algunos avances en la implementación del último acuerdo de paz, las necesidades humanitarias y de protección continúan siendo altas para la mayoría de los refugiados sursudaneses, indicó el portavoz del Acnur, Babar Baloch.
El funcionario afirmó que el mayor por ciento de ellos se encuentran ubicados en zonas relativamente remotas y de escaso desarrollo.
Además la pandemia de la Covid-19, combinada con los desafíos relacionados con el cambio climático, las graves inundaciones, sequías y plagas de langostas del desierto, agravaron una situación que ya era difícil para la supervivencia.
Se requieren con urgencia fondos financieros a fin de proporcionarles asistencia para el sustento de la vida como alojamiento, acceso a agua potable, educación y servicios de salud y alimentación.
La escasez de víveres es particularmente aguda y la insuficiencia de capital para sufragar el déficit ya provoca recortes de raciones que afectan a cientos de miles de refugiados.
El Acnur considera que con la pandemia afectando las condiciones socioeconómicas de esas personas y de las comunidades de acogida, la respuesta del 2021 incluye un enfoque renovado con el aumento del apoyo a los medios de vida, y de otros aspectos como por ejemplo el fortalecimiento de los programas de protección infantil.
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