Los datos ofrecidos muestran una situación preocupante para una buena parte de estos profesionales, pues un diez por ciento de ellos gana menos de la mitad del salario mínimo legal, y un 18 por ciento no llega a mil 63 euros al mes, cifra que marca el umbral de la pobreza en Francia.
Esto supone que unos 540 mil autónomos, un 14,6 por ciento del total de la población francesa, son pobres a pesar de desarrollar un trabajo en el sector servicios, en la agricultura, como conductores o repartidores, o en el terreno de la cultura, entre otros.
El documento señaló que muchas personas de las que perdieron sus trabajos con la llegada de la crisis sanitaria, recurrieron a la condición de microempresarios en sectores a veces precarios para intentar llegar a fin de mes, y la continuación de la epidemia debilitó aún más su situación.
Entre las profesiones más expuestas se encuentran los artistas y los periodistas, según las estadísticas “los autónomos de las profesiones de la información, las artes y el espectáculo sólo representan el tres por ciento de todos los autónomos, pero tienen la mayor proporción de personas que ganan muy poco”, casi la mitad de ellos tienen ingresos anuales inferiores al salario mínimo.
Más alarmante es el caso del campo, cuatro de cada diez agricultores cuentan con muy bajos ingresos, y una cuarta parte de ellos vive por debajo del umbral de pobreza realizando un número de horas de trabajo a menudo considerable.
Igualmente vulnerable es la situación de la mujer, “un 12 por ciento trabaja como ayudante familiar de un agricultor o como cónyuge colaborador de un artesano, comerciante o profesional liberal”, es decir en una proporción seis veces mayor que la de los hombres (2%), indicó el informe.
De manera general, más de la mitad de los autónomos recibe al menos una de las cinco prestaciones sociales existentes en Francia, que tratan de paliar los bajos ingresos, o subsidiar discapacidades, vivienda o prestaciones familiares.
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